Los dilemas del turismo

Este fin de semana, el suplemento Expectativas de Ideal, cierra por vacaciones. Y este es el artículo de despedida de curso.

Se acaba el curso. También el de Expectativas. Muere julio y con él parece que muriera la actividad económica. Pero, tal y como explicaba el otro día Francisco Cortés, la nuestra es una economía muy estacional y ésta es la estación de la hostelería y el turismo, o la de las empresas de construcción de invernaderos, o la de los instaladores de aire acondicionado, o la de los montadores de toldos. O, la que yo prefiero, la de los vendedores de helados. Sin embargo, si uno se asoma a las páginas de los diarios, se encuentra con que éstos adelgazan, las noticias de carácter político (más bien protagonizadas por políticos) desaparecen y los suplementos de economía se van de vacaciones.
Las sociedades salidas de la Segunda Guerra Mundial inventaron las vacaciones pagadas y la disponibilidad de tiempo de ocio rentado posibilitó la democratización y extensión del turismo. Amplias capas de la sociedad se vieron liberados de su lugar de residencia habitual y pudieron viajar a lugares lejanos (a veces, más lejanos en el tiempo que en la distancia), dando lugar a una amplia cadena de servicios que sólo en España supone el 11% del PIB.
Almería se sumó tarde al fenómeno. Nuevamente, la falta de infraestructuras de transporte nos dejaron al pairo del desarrollo que se generaba en nuestros archipiélagos o en la Costa Brava, o en la Costa del Sol. Aquello, que seguramente debió ser visto con desesperación por los habitantes de la provincia, supuso una enorme ventaja de cara a las décadas de los 80 y los 90, durante las cuales, Almería despegó turísticamente. En justicia, habría que levantar un monumento a los responsables de las comunicaciones almerienses de los años 60 y 70. Su inoperancia había permitido que la provincia saliera ilesa del furor desarrollista y que su oferta pudiera diferenciarse del resto bajo la marca de Costa de Almería.
El final del siglo pasado trajo al mundo del turismo una profunda revolución. Contra todo pronóstico y contra todo principio de sostenibilidad, los vuelos aéreos se hicieron mucho más baratos y mucho más numerosos, incluso en coyunturas de elevados precios del petróleo. Este cambio sustancial se basó en Internet como nueva forma de comercialización, provocando el rápido aprendizaje de los consumidores que pronto no sólo compraron el billete por este medio, sino que lo usaron como fuente de información y como elemento primordial en la toma de decisión sobre el destino vacacional.
Entramos así en el tiempo presente. Los antes todopoderosos tour operadores pierden terreno frente a las agencias virtuales y las agencias tradicionales se apoyan también en la red para el cierre de operaciones. Estos cambios han generado una serie de mutaciones muy importantes en el mercado:
  • Ha aumentado la incertidumbre de los agentes, ya que el período de toma de decisión del consumidor se ha acortado y acercado mucho al período vacacional.
  • Se ha incrementado el mercado potencial, al abaratarse los trayectos y eliminar intermediaciones se ha producido una disminución del precio medio.
  • Ha generado una mayor competencia en el mercado, que durante un tiempo se ha estado rigiendo casi exclusivamente por la variable precio.
  • Paradójicamente, este aumento del mercado ha supuesto una importante crisis entre los operadores tradicionales, que se han visto desbordados por uno de los segmentos que creían tener mejor controlado.
Nos enfrentamos a un futuro en el que nuestro producto debe ser más valorado, por cuánto que será más extraño (si somos capaces de mantener su esencia y no caer en los errores de décadas pasadas). Nos enfrentamos a un futuro en el que aumentará el número de potenciales clientes (radicados en el Asia emergente). Pero también nos enfrentamos a un mundo en el que habrá más y mejores competidores y en el que los turistas precisarán una gama más completa de servicios. Por último, nos enfrentamos a un futuro en el que el mal llamado turismo residencial debe conversar y cohabitar con el turismo de hotel y apartotel, ya que los dos coinciden en términos de territorio y hasta de mercado, tal y como demuestran estudios recientes.
Así que mientras la mayor parte de los almerienses nos vamos de vacaciones, el sector turístico se enfrenta a una campaña que parece repuntar con fuerza la actividad después de un par de años de descenso de las visitas foráneas. Que ustedes lo pasen bien…

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