Otra nueva proyección

Como casi todos los años por estas fechas me piden proyecciones y previsiones para el año siguiente: 2010 se presenta cargado de incertidumbres y, la verdad, cuesta bastante ser optimista:


Se van a reir. Para escribir este artículo he recurrido a un pequeño programa de proceso de textos zen. Una pantalla sin fondo ni menús, un sonido de fondo que evoca el murmullo de un riachuelo y las pulsaciones del taclado convertidas en gotas de agua. De esta forma mato dos pájaros de un tiro: pruebo la beta de este curioso trozo de software y encuentro el estado de ánimo adecuado para realizar una nueva proyección de futuro.
De cara a terminar con buen sabor de boca, comenzaremos con las malas noticias. Almería y España se encuentran sumidas en una profunda recesión, que ha tenido su origen en la restricción crediticia originada por la crisis financiera internacional y en la explosión súbita, aunque prevista, de nuestra particular burbuja en el mercado inmobiliario. La restricción del crédito afecta a todos los sectores de la actividad: los bancos no obtenían dinero en los interbancarios, ergo no prestaban en el mercado de crédito nacional. La explosión de la burbuja, por su parte, se ha convertido en una onda que comenzó afectando al sector de la construcción residencial, y que paulatinamente se fue extendiendo al resto de los sectores. Almería no fue una excepción en el conjunto del territorio nacional. Es más, nuestra situación costera, la mayor incidencia relativa de la inmigración, una población más joven y la vorágine económica propia de los últimos años, provocaron que la construcción alcanzara en Almería el 16% del PIB y el 20% del empleo. Estas magnitudes, que en su momento contribuyeron a mejorar nuestros niveles de riqueza y de empleo de manera considerable, en la fase descendente del ciclo provocaron un rapidísimo deterioro de nuestro PIB y del empleo, llegando la provincia a alcanzar en menos de un año el registro de paro más alto del país.
Digamos que este desenlace era, en cierta forma, previsible. El guión previsto era que la indutria y la agricultura tomarían el relevo de la deteriorada construcción. Sin embargo, esto no ha sucedido, ni en Almería, ni en España. En Almería porque nuestra principal industria, la del mármol, se ha visto directamente afectada por la caída de la construcción y porque la agricultura, aunque la disminución de la demanda ha sido menos pronunciada, los precios se han comportado de forma muy desfavorable, por lo que no ha podido actuar como el revulsivo que la economía almeriense necesitaba. Por si fuera poco, al proceso de ajuste que venía sufriendo el sector del turismo, se le añade ahora la contracción de la demanda extranjera: no en vano alemanes y británicos (nuestros principales clientes) han sido de los que más han sufrido la crisis internacional.
¿Que nos queda? Apenas nada. Y todo. Seguimos teniendo en cada uno de los sectores que hemos mencionado un músculo que otros envidian. Es cierto que hemos perdido algo de masa, pero con ella hemos dejado también grasa, de esa que nos impide correr con soltura o que nos obliga a sudar más de lo deseable cuando lo hacemos. Nuestra oferta hotelera y de ocio es buena y variada. La industria de la piedra natural ya se ha enfrentado antes a una situación similar y fue capaz de solventarla y, finalmente, la agricultura almeriense sigue siendo una potencia a nivel europeo. La mejora de las economías europeas tarde o temprano tendrá que impactar de manera favorable en nuestra balanza comercial, el consumo nacional parece a punfo de volver a tasas trimestrales positivas y la inversión (también la privada) ya muestras síntomas de recuperación.
La duda es en qué momento todos estos síntomas se convertirán en realidades tangibles, en registros positivos del PIB. Algunos analistas plantean que el deterioro de la situación es tan elevado que costará más tiempo que en el resto de Europa. Otros plantean que la economía española es más dinámica de lo que se piensa y que posiblemente a finales de este año abandonemos la recesión. O sea, que si tenemos en cuenta las previsiones más optimistas, a lo largo de los primeros meses de 2010 la economía provincial debería estar creciendo de nuevo. Y si hacemos caso de los menos favorables, esto no sucedería hasta 2011. La siguiente pregunta es hasta cuándo seremos capaces de mantener altas tasas de paro sin que afloren conflictos sociales. Esa respuesta, desgraciadamente, es mucho menos previsible que la anterior...

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