¿Es la trazabilidad parte de la solución?

Al final los pepinos se me han convertido en una trilogía. De momento. El artículo que sigue es un encargo de La Voz de Almería, y saldrá publicado el viernes (creo) en papel. Me gustaría que mis lectores aportaran sus opiniones y comentarios, ya que creo que este es un tema de vital importancia no sólo para los productores de pepino almerienses, sino para todos los agricultores y ganaderos que venden sus productos en fresco, sin transformaciones industriales de por medio.


Ilustración: Wikipedia
¿Es la trazabilidad parte de la solución?
Esta es la tercera vez en pocos días que me siento delante del ordenador para poner negro sobre blanco algunas ideas en relación con la evidentemente mal llamada crisis de los pepinos. En mi bitácora digital (Capeando el temporal) se pueden leer los dos anteriores artículos de esta serie que nunca pretendió serlo. En el primero de ellos he reflexionado sobre la importancia de la confianza en el mercado alimentario y de lo complicado que resulta recuperarla una vez desatada una alarma, sobre todo si, como en ésta, hay muertes de por medio. En el segundo me preguntaba por las razones que invariablemente llevan a que Almería aparezca siempre entre los sospechosos habituales en cualquier alerta, desde aquella de la colza hasta ésta de la Echerichia coli. Entre otras razones que se me ocurren –además de la obvia: vendemos mucho, producimos mucho y somos muchos– está la de los tópicos, como el que asemeja la agricultura de invernadero a una producción más industrial que natural; y también está la realidad de que, con demasiada frecuencia, Almería ha venido siendo protagonista de anteriores alertas (como la de los pimientos de no hace mucho). Hoy pretendo ir algo más allá y plantear alguna enseñanza de todo esto, y avanzar en algunas ideas que podrían permitirnos hacer de una manifiesta debilidad una nueva fortaleza.
Pero antes de eso, creo que es de bien nacido ser agradecido, y mucho de lo que van ustedes a leer es producto de un ejercicio de reflexión grupal que se llama MODESAL y que se viene desarrollando en la Universidad de Almería desde hace ya algunos años. El martes pasado el seminario se volvió a reunir y, como era de esperar, el tema central fue el de la crisis de los pepinos, sus repercusiones y soluciones.
Uno de los puntos de coincidencia de los asistentes era la importancia creciente de la seguridad, un tema candente desde que en 2001 unos terroristas de AlQaeda estrellaron sendos aviones contra las Torres Gemelas. La sociedad occidental es más alérgica que nunca al miedo, a cualquier tipo de miedo, y las cuestiones de seguridad alimentaria son, por añadidura, unas de las más importantes para las autoridades y, esto es de cajón, debiera convertirse en una de las claves de la cadena de distribución si se quiere llegar al consumidor.
Como he planteado más arriba, partimos de una posición de debilidad, ya que formamos parte del grupo de sospechosos habituales, lo que equivale a tener siempre sobre nuestros productos una nube de desconfianza. Pero también debemos reconocer que somos capaces de rehacernos y reinventarnos. La crisis anterior, la de los pimientos, provocó la reconversión masiva de nuestras explotaciones al control biológico en un tiempo récord. Y hoy la agricultura de Almería vuelve a ser objeto de admiración por la velocidad y profundidad de aquel proceso.
Otra de las cuestiones que han quedado claras en esta emergencia es que la trazabilidad funciona: en pocas horas se sabía de qué cooperativas y explotaciones habían salido los pepinos sospechosos; pero en algunos mercados, como el alemán, el sistema sólo funciona hasta un determinado eslabón de la cadena, a partir del cual todo se oscurece. Y si juntamos en una misma ecuación las variables seguridad, miedo y trazabilidad, el resultado es siempre más confianza y menos miedo.
Supongo que ya me habrán cogido el hilo y sabrán por dónde voy a salir, pero déjenme que les cuente que los avances tecnológicos permiten hoy día un grado de control y seguimiento muy elevado a unos costes ajustados.
Ahora sí, ya termino, ¿podríamos exigir, poniéndonos del lado de los consumidores alemanes, un sistema de trazabilidad desde el agricultor hasta la mesa del consumidor? ¿Podríamos poner de acuerdo a nuestras cooperativas y empresas de comercialización para acordar un sistema lo suficientemente estandarizado de trazabilidad que nos permita obtener una posición de fuerza frente a los minoristas? ¿Podríamos hacer de nuestra actual debilidad una potencial fortaleza? ¿Podríamos así contribuir a dejar de estar en el top ten de los presuntos culpables?¿Podrían nuestros productos adornarse con los galones de la seguridad y obtener así un mayor precio?
En realidad, no lo sé. Pero tal vez merezca la pena intentarlo.

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