Parábola del mono con metralleta


Aún nadie sabe cómo fue posible que se colara un mono con una metralleta en el edificio de la Bolsa de Madrid. Bien es cierto que aquel día coincidía con la vuelta de un largo puente y que, desde que la Bolsa se había vuelto más electrónica era usual ver gente de aspecto extraño por el parquet. Rápidamente la noticia dio la vuelta al mundo y en Twitter se convirtieron en trending topic los hastags #monometralleta o #gunmonkey.
“¿Quién ha dejado entrar al mono?” Preguntaron los responsables de la Bolsa. “Parecía un broker”, respondieron los de seguridad.
El mono, fiel a su naturaleza se subió a una de las espléndidas lámparas de araña del salón y comenzó a disparar a diestro y siniestro. Brokers, dealers y empleados de la Bolsa comenzaron a caer unos y a correr casi todos huyendo de la masacre. Unos pocos se protegieron detrás de mesas y ordenadores y dos o tres continuaron operando a través de la Blackberry. Inmediatamente la noticia saltó a los titulares de medio mundo y el hastag #kllermonkey llegó a ser trending topic
“¿Cómo ha podido meter el mono una metralleta en el edificio?” Preguntaron los responsables de la Bolsa. “Pensamos que era para uso propio”, respondieron los encargados de seguridad, ya en ese momento despedidos.
Los valores de todas las compañías comenzaron a caer y Standard & Poors emitió un aviso cautelar sobre la calificación de la deuda soberana de España, a causa de la inestabilidad de sus mercados financieros. Esto impulsó aún más la bajada de los precios. Y S&P bajó la calificación a A-.
Rápidamente, los responsables de las grandes empresas del país exigieron la eliminación del mono para recuperar la estabilidad de los mercados. Y las autoridades mandaron a los GEO. Éstos, al llegar a las puestas del edificio se encontraron con un bloqueo por parte de los movimientos antisistema y conservacionistas que, a través de los hastags #elmonodebevivir y #mononopares se habían organizado en apenas unas horas.
“Pero, ¿es que nadie controla Twitter?” Preguntaron los responsables políticos de Interior. “Estas son las consecuencias de la neutralidad de la Red”, respondieron las operadoras.
En ese momento, una empresa de Gibraltar registraba los dominios monoconmetralleta.com y monomatabrokers.com, a través de cuyas páginas comercializó camisetas amarillas con la esfinge del mono y banderas piratas con calaveras de mono y metralletas cruzadas fabricadas en China.
Las imágenes del mono estaban en todas las televisiones y en el programa Sálvame Diario lograban la exclusiva del siglo: un cuidador del zoo de Madrid identificaba al simio de la metralleta como Ché, el chimpancé desaparecido una semana atrás. La izquierda de todo el mundo se sintió inmediatamente identificada con la lucha de clases emprendida por el mono, un claro símbolo de lo que los mercados estaban subsumiendo a los pueblos y a los ecosistemas del mundo sin posibilidad de respuesta. Los movimientos de la extrema derecha también comenzaron a opinar, viendo en el mono el símbolo de lo que conlleva una sociedad fuera de control y que olvida los valores y principios fundamentales, como son no darle nunca, bajo ninguna circunstancia, una metralleta a un mono.
Treinta minutos después de la entrada del mono a la sala de los corros ya no le quedaban balas o, al menos, ya no disparaba, pero nadie se atrevía a entrar o a moverse por el miedo a las balas perdidas. Los pocos operadores que aún seguían operando desde sus iPhones se hincharon a comprar barato.
Monoconmetralleta.com ahora vendía 100 camisetas del mono al estilo Ché Guevara cada minuto, y la oferta de productos se había ampliado a una app en la que llevabas a un mono con metralleta por los pasillos del edificio de la Bolsa de Madrid, reproducido hasta el último detalle con el realismo de la nueva tecnología 3D.
La editorial Alfaguara anunciaba un acuerdo con el Zoo de Madrid para publicar la biografía del mono Ché, lo que rápidamente se extendió por todo el mundo a través del hastag #monoche.
“¿Como es posible que seamos los únicos que no hacemos negocio con el puñetero mono?” Preguntó a sus ejecutivos el CEO de una conocida marca de refrescos. “Es que los chinos ya se han adelantado y han lanzado Monkey Cola”, respondieron atribulados los directivos de marketing unos segundos antes de recibir su carta de despido.
El Gobierno, constituido en Gabinete de Crisis seguía los acontecimientos atribulado, con un ojo puesto en las televisiones y otro en los sondeos de opinión. Sólo el ministro del interior parecía tener claro que lo que hacía falta es que se le metiera un tiro al jodido mono. Pero la responsable de igualdad consideraba que, estando de acuerdo en que lo mejor era la muerte del mono, no era conveniente que el tiro proviniera de un humano, por lo que lo más lógico era convencer al mono para que se suicidara, lo que horrorizaba al ministro de medio ambiente, que abogaba por negociar con el mono. Mientras, la oposición acusaba al gobierno de inacción y de poner a todo un país al borde del abismo por culpa de un mono.
España, incapaz de encontrar una solución decidió pedir la ayuda de la OTAN, organización que preparó un plan para tomar la Bolsa, reducir al mono y, posteriormente, soltarlo en su tierra natal: África. Nada más saberse, comenzaron a circular mensajes por twitter con el hastag #freedomformonkeys y los integrantes del Movimiento de Liberación de los Gnomos de Jardín aprobaron incorporar a su cruzada a los monos de zoológicos y circos.
A las 5:00 de la mañana comenzó la operación Save la Bolsa, en la que participaron dos helicópteros italianos, 2 compañías de marines y 3 satélites espías franceses, que terminó con el apresamiento del mono y una baja, ocasionada por una caída desgraciada de un marine que confundió un trozo de heces que le arrojó el mono con una granada de mano, con tan mala fortuna que se rompió el cuello al saltar hacia atrás. Inmediatamente los mercados repuntaron y los brokers que habían seguido operando desde sus HTC pudieron recoger las comisiones de los beneficios obtenidos con la venta de unas acciones que compraron regaladas.
El Gobierno declaró conjurada la crisis, mientras la oposición afeaba el que hubieran sido tropas extranjeras las que tomaran el edificio. En twitter triunfaba el hastag #Britneynude y los movimientos acampados a las puertas de la Bolsa terminaban enfrentándose entre ellos en una batalla campal al correrse la voz de que el mono se llamaba Ché por haber nacido en el Zoo de Valencia.
Así acabó el affair del mono con una metralleta que un día entró en la Bolsa de Madrid. Sólo los brokers que se hicieron millonarios aquella jornada tuvieron la curiosidad de conocer que el mono murió en Kenia, atacado por otros chimpancés que no entendían que vistiera con una camiseta amarilla.
“Pero, ¿cómo es posible que aún sigamos produciendo camisetas del Ché?” Preguntó un ejecutivo chino a sus empleados. “No lo hacemos, ahora estamos imprimiendo las de Britney Spears desnuda”.

Comentarios

  1. Javier V.9:04 a. m.

    Pues siento llevarte la contraria, pero no me parece de tus mejores artículos. Simpático pero no redondo. Que quieres chico, el mundo del blog es muy competitivo.
    Además estoy más por la conjura judeo-masónica-astral-financiera-papal.
    Y ahora en serio, vale que las crisis tienen un componente cíclico, y vale que en esta parece que el origen está muy claro en las hipotécas basura, pero la continuación más parece una maniobra dirigida, en especial contra Europa, para llevar al camino de la privatización y la desaparición de un Estado fuerte, así como a la desregularización del mercado laboral (básicamente acabar con los derechos laborales de los últimos 40 años).
    Me he expresado mal, cuando he dicho “contra Europa”, no me refiero a la UE, o a paises concretos, sino a Europa como lugar donde hay derechos sindicales, seguridad social y educación públicas, etc.
    Esto lo uno a lo que explica Naomi Klein en “La doctrina del shock”: aprovechándose de un miedo general a la crisis, están acabando con el estado del bienestar que tenemos.
    En fin, que el mono con metralleta de mi cuento está bastante más aleccionado que el tuyo para saber donde disparar.

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