Infraestructuras políticamente incorrectas

Acabo de terminar de leer el artículo que Ginés de Rus aporta al Anuario Joly 2016, titulado "La política de infraestructuras de España: una reforma pendiente". Ese título, en realidad están buen resumen de lo que viene a continuación, esto es, que en España no contamos ni hemos contado en los últimos tiempos con una verdadera política de Trnasportes. Y, en realidad, me temo que tiene toda la razón del mundo.
Una política de comunicaciones racional no hubiera calcado la estructura radial de las carreteras a la hora de establecer los planes para el desarrollo de, por ejemplo, la infraestructura del AVE. Se hubieran debido considerar los flujos de pasajeros reales y potenciales. Seguramente algunos de los trayectos no se hubieran llevado a cabo. Tampoco se hubieran construido algunas autopistas por las que casi nadie circula, ni aeropuertos para "pasear". En realidad, si uno lo mira con cierto desapasionamiento se da cuenta de que nuestra no política produjo una serie de incentivos perversos para que los territorios pidieran sin parar más y más infraestructuras, sin tener en cuenta costes o usos alternativos del dinero que (como venía en parte de Bruselas) pagaban otros. En realidad, en el subasteo que se organizaba quedaban compradas voluntades políticas, se generaban espacios para la corrupción y también, hay que reconocerlo, las sociedades no corregían la situación con sus votos.
Una política de infraestructuras tendría que haberse planteado el futuro de las mercancías españolas en su viaje hacia los mercados del centro y norte de Europa, unos lugares en los que de forma evidente desde hace años se comienza a penalizar el camión. También habría reaccionado ante la creciente presión sobre las huella de carbono de las mercancías en unos mercados cada vez más concienciados con el medio ambiente.
Es posible que la borrachera generalizada que supuso el amplio periodo de expansión económica que desencalló en la crisis de 2008 no nos permitiera discernir con claridad el futuro, pero desde este presente vamos a dar algunos datos. Si consideramos Eje Mediterráneo a las provincias del litoral de este mar desde Cádiz hasta Gerona, y observamos los flujos de exportación de las mismas, nos daremos cuenta que esa delgada franja sale el 44,7 % de los ingresos, el 48,2 % de las toneladas y el 49,7 % de las operaciones. Recuérdese que estamos hablando de solo 11 provincias de 50. 

Fuente: Aduanas.

De todo el flujo, tan solo el 1 % del total salió por ferrocarril, mientras que el 39 % lo hizo por mar y el 53 % por carretera. Un porcentaje, este último, que nos puede terminar saliendo muy caro… Porque, en Europa, desde hace muchos años se trabaja por las autopistas del mar, por el ferrocarril para mercancías y por la intermodalidad, destinando el camión para distancias medias y cortas. Claro que es posible que esto no le importe a nadie, porque para cuando estemos fuera del mapa, los políticos y gestores de lo público ya no estarán en sus puestos.

Fuente: DATACOMEX.

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