Ricos, pobres y medioambiente
Como suele ocurrir, la ley de Murphy se cumple a rajatabla, y siempre en el peor momento posible. Hace un par de semanas me encontré con el follón añadido de impartir sendas sesiones en un par de cursos de experto de la Universidad de Almería. Uno, el que llamé de los ricos, de Experto en Asesoría Financiera, en el que me vi en la complicada tesitura de explicar macroeconomía (macromagnitudes, ciclos económicos, indicadores y política monetaria) en apenas un par de horas. Casi muero en el intento... Otro, el de los pobres, sobre Pobreza y Desarrollo (en este participo por tercera vez) en el que hablé sobre pobreza y medio ambiente. El año pasado ya dejé en esta página las transparencias de la presentación, en las que añadí algunas apreciaciones sobre el esquema conceptual. En esta ocasión, me he decantado un poco más por el enorme dilema moral que al que nos debemos enfrentar. Un dilema que pasa por la necesidad de limitar los efectos ambientales negativos del desarrollo de los países