Currículum fracasae


En otras culturas el fracaso es un indicador de experiencia. Se aprende más de los errores que de los aciertos, y eso en nuestra sociedad no se valora suficientemente. Preferimos a los triunfadores natos, a los que aciertan a la primera. Por eso hay tanto engreimiento entre nuestros empresarios de relumbrón, porque no apenas cuentan con fracasos en su gestión.
Cuando uno hace recuento de sus errores sistemáticamente vienen a la cabeza las soluciones o las enseñanzas que nunca se olvidarán. Y, como es más sencillo decir las cosas en lugar de hacerlas, voy a comenzar predicando con el ejemplo, y paso a contar la historia de mis errores y, lo que es más importante, las enseñanzas que saqué de ellos.

  • C&C Celebraciones y Cátering. Era el año 1994. Estaba involucrado tangencialmente en mi boda y en un proyecto de consultoría empresarial (del que hablaré a continuación). No tenía tiempo suficiente para las dos cosas y pensé que hubiera sido útil contar con alguien que me ayudara a tomar las decisiones más antipáticas de la ceremonia: menús y lugares de celebración, ropas, zapatos, etc. Estaba en paro y me había apostado conmigo mismo que no estaría más de seis meses engrosando las listas oficiales. Mi inversión fue pequeña: unas tarjetas de visita, un contestador automático y numerosas visitas a hoteles, restaurantes y agencias de viajes. La idea era crear unos álbumes de servicios que poder ofrecer a los novios con poco tiempo. Mis ingresos podrían proceder de las comisiones de los locales (lo cual me hubiera permitido ofrecer el servicio gratis a los novios, pero condicionaría mis consejos hacia las empresas que ofrecieran más ingresos) o bien directamente de los novios. Stricto sensu no llegó a ser un error, porque antes de lanzarme al mercado (había pensado una campaña de publicidad inicial) salió un proyecto similar, con oficina abierta en el Paseo de Almería (mi proyecto no tenía oficina abierta al público, sólo un número de teléfono). La empresa competidora era idea de un antiguo compañero de estudios y en esa ocasión aprendí dos cosas: 1. A veces ser el primero sólo significa llegar demasiado pronto (este tipo de negocios sólo están comenzando a funcionar e Almería ahora), y 2. Debo escuchar a mi mujer en estos casos, ella insistía en que las novias no iban a estar dispuestas a pagar por algo tan importante para ellas, y menos a alguien con tan poco gusto como yo. Aquel proyecto no pasó de eso, pero mi competencia no duró un año.
  • ERQUIN, Eliminación y Recuperación de Químicos, S.L. Esta es la historia de cómo me hice minero, que fue el epígrafe fiscal en el que tuvimos que darnos de alta. Acababa de salir un Decreto sobre sustancias contaminantes. La idea aquí era retirar los químicos de los laboratorios y Minilabs fotográficos. También era 1994. Esta inversión fue más compleja, para empezar era una SL con tres socios: un químico, un industrial del sector de la foto y yo, que ponía el desarrollo de las bases de datos y la administración de la empresa. Inicialmente fabricamos una máquina para obtener plata del fijador. Buscamos también un transportista que hiciera los portes. La idea era ayudar a las empresas de foto a eliminar sus residuos para que cumplieran la normativa (la mayor parte de los Minilabs eliminaban sus residuos por las cañerías). Nosotros retiraríamos los químicos y expediríamos un certificados a los laboratorios. El proceso de inertización posterior era complejo y caro. Del fijador se obtenía plata (ingreso secundario), y luego había que evaporar los químicos para reducirlos a un residuo seco mínimo. Bueno, pensamos también en la posibilidad de  fabricar abonos derivados de algunos de esos químicos (esa era una de las labores del socio químico). Hicimos una buena labor comercial, montamos un aceptable sistema logístico que abarcaba de Murcia hasta Málaga, y nuestro sistema administrativo y de control nos permitía hacer un seguimiento de las entregas de los clientes. ¿Qué aprendimos? Que cuando tu negocio depende de una decisión administrativa, estás vendido. La normativa existía, pero no se hacía cumplir, por lo que, en lugar de cobrar por nuestro servicio, los laboratorios nos exigían pagar por llevarnos el fijador y su plata. Hubiera venido bien haber conocido a los responsables de medio ambiente de la Junta de Andalucía para haberles "convencido" de lo necesario de un mayor control.
  • QUALITAS, Consultores de Empresa, S.L. En realidad, éste ni siquiera es un fracaso. La idea era muy sencilla: un grupo de amigos, economistas y especializados en diversas cuestiones de la economía de la empresa, imaginativos, jóvenes y con un excelente capital relacional. Eran los tiempos de las grandes ayudas comunitarias, los tiempos de los incentivos económicos regionales, de las ayudas FEOGA y de grandes proyectos de inversión empresarial. Nosotros sabíamos hacer planes de viabilidad, estudios de mercado y teníamos experiencia en la elaboración de expedientes de inversión. Y nos pusimos manos a la obra. Por nuestras manos pasarían algunos de los proyectos empresariales más interesantes de la década de los 90, y algunas de las empresas más grandes de la provincia de Almería fueron nuestros clientes. Creo que profesionalmente fue una de las épocas de mi vida en las que más aprendí. Pero la mayor parte de los socios optamos por hacer carrera en la Universidad y fuimos perdiendo interés en la empresa. Y ese creo que fue mi (nuestro) error: dejamos morir un éxito por simple inacción. No pusimos toda la carne en el asador. La parte positiva: un grupo de amigos para toda la vida.
  • MUSICAMAS, Servicios Musicales, S.L. Mi primera incursión en el mundo de la economía virtual. La idea surgió de un par de alumnos que vinieron a pedirme consejo, que me contaron su proyecto y a los que me ofrecí como socio capitalista. El proyecto volvía a ser sencillo, se trataba de ofrecer servicios musicales de forma organizada para actos sociales de todo tipo: congresos, bodas, cumpleaños, defunciones, etc. Además, abrimos la primera agenda cultural online de la provincia, con una publicación semanal de las actividades organizadas. Esperábamos tener un público numeroso y fiel que nos permitiera introducir publicidad enfocada en la agenda y la propia web. Para esta empresa desarrollé en FileMaker una aplicación de gestión que nos permitía administrar nuestros músicos, los diferentes eventos, los clientes, los cobros, los pagos: un pequeño ERP que luego fue implementado por otra empresa del sector. Musicamás terminó desapareciendo por desavenencias entre los socios, aunque yo había salido de la misma para entonces. Mi principal enseñanza de esta experiencia es que cuando trabajas con artistas no tratas con personas normales, sus prioridades pueden ser muy distintas de las del resto de la gente, por lo que gestionarlos, además, como un grupo variable (distintas combinaciones de músicos y cantantes) generaba un gran ruido entre ellos y entre ellos y la propia empresa. O sea, la gestión de los recursos humanos para este negocio era crítica.
  • CAJAMAR INNOVA. Fue un regalo envenenado, ciertamente. Un proyecto que avanzaba mucho más lento de lo que se había previsto y para el que se establecieron unos plazos objetivo que de inicio parecían realizables, pero que se vieron complicados (y de qué manera) por la Covid. Creo que nunca he trabajado de forma tan intensa y durante tanto tiempo seguido como para este proyecto. Tanto yo como mis compañeros de aventura dejamos de lado fines de semana, vacaciones y familia para sacar adelante el reto. ¿Cuál fue el error aquí? Pues, sinceramente, creo que el primer error fue el nivel de involucración personal al que llegué. Perdí 13 kilos en un año de puro estrés (cierto que me hacía falta) y terminé literalmente quemado de pelear contra los problemas que surgían desde fuera y, sorprendentemente, desde dentro (a veces, mucho peores que los primeros). Tan quemado estaba que cometí un segundo error: dejar por escrito mi frustración en un memorando. Un memorando en el que también sugería vías de solución. Pero nadie se fijó en esa parte. Me apearon del proyecto justo cuando acabábamos de seleccionar a la primera promoción de empresas. Las lecciones aprendidas fueron tres: 1) nunca hay que llegar al extremo de compromiso personal al que llegué, porque tiene consecuencias sobre la salud física y mental; 2) los memorandos los carga el diablo –que es abogado–, y 3) debo mejorar mi capacidad para juzgar a las personas. 
No sé si me he dejado algo en el tintero. Tampoco sé si mi experiencia le servirá a alguien. Lo que puedo afirmar es que me he divertido mucho con todos los proyectos (con el último también, aunque a ido a la par el sufrimiento), de todos he aprendido muchísimo y no me han salido mucho más caros que un Máster en Dirección de Empresas. Ah, y aún sigo dándole vueltas a la cabeza pensando nuevos proyectos que seguramente no me harán rico, pero que seguirán calmando mi curiosidad y sorprendiéndome con nuevos conocimientos a la vuelta de cualquier esquina.

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