Hasta hace muy poco tiempo, cuatro días como quién dice, yo pensaba que el malo malísimo de la película llamada Internet era Microsoft y su afán megalómano por controlarlo y comprarlo todo. Había indicios más que claros de la pretensión de la empresa de Redmon por controlar no sólo el software de todos los ordenadores, sino también sus contenidos y, por ellos, a los propios usuarios. En realidad no he dejado de creer en ello, lo que sucede es que en este vertiginoso mundo que es Internet, en el que pasado, presente y futuro se confunden continuamente, de pronto el que parecía malo parece tonto y el que parecía bueno comienza a dejarse ver como un villano simpático, y listo, muy listo. Eso es lo que me ha pasado con Google. Al principio Google era un buscador más de Internet, un buscador sencillo, potente y rápido, muy rápido. Y era gratis. Y solía introducir detalles simpáticos en su web. Era una herramienta estupenda, pero un mal negocio, no tenía ingresos. Luego introdujo la publicid