A medida que se acerca la fecha del 29 de marzo de 2019 , los miedos sobre los efectos del brexit se acrecientan. Esto es así porque las incertidumbres son muy elevadas. Los vaivenes del gobierno de Theresa May y la actitud esquizofrénica del Parlamento británico nos están acercando al desenlace menos deseado por todos a partir de que los británicos aprobaran en referendum el abandono de la Unión Europea . Si bien es cierto que los británicos han sido siempre unos socios un tanto incómodos, no lo es menos que desde bien temprano formaron parte de la idea de Europa . Las fronteras del imperio romano (el gran referente cultural europeo) se extendieron por las praderas de Inglaterra hasta el muro de Adriano y tanto los pueblos como los reyes que desde entonces les han invadido o gobernado han tenido enormes vinculaciones con el continente. De hecho, es extraño pensar en una Unión Europea que no incluya a nuestros incómodos vecinos. Al margen de esto último, en el caso concreto de Esp
Hasta hace bien poco los párrocos sacaban en procesión a las vírgenes y los santos pidiendo lluvia. Mucho antes que eso, los indígenas de Norte América danzaban a sus dioses para conjurarla. Antes que eso, seguramente, la propia lluvia fue una diosa, la diosa que fecundaba las cosechas y permitía con su benevolencia que los hombres se alimentaran. Y aún antes, es posible que los humanos se asustaran ante ese fenómeno por el que desde el cielo fluía el agua, en vez de hacerlo por los ríos. En cualquier caso, incluso si me he colado en las suposiciones prehistóricas, no deja de ser cierto que los fenómenos climatológicos extremos han sido normalmente interpretados por las religiones como manifestaciones de la ira o la bondad de Dios o de los dioses. Sin embargo, ahora estamos bastante seguros de que las sequías y las terribles tormentas que están por llegar han sido cosa nuestra, están siendo cosa nuestra. Nuestro desarrollo industrial ha generado una mejora de las condiciones de vida de
Acabamos de dejar atrás la COP 27 con una pobre cosecha de avances. Apenas un vago acuerdo para dotar un fondo de compensación para los países en vías de desarrollo, quienes están sufriendo con mayor intensidad los estragos derivados del calentamiento global –en gran medida por su atraso socioeconómico–, y a los que difícilmente se les permitirá desarrollarse de la misma forma en la que lo hicimos los países más desarrollados –sin miramientos en lo que al deterioro medioambiental se refiere–. Y digo que el acuerdo es vago porque no he sido capaz de encontrar ni el importe del fondo, ni los plazos para su desarrollo ni, por supuesto, compromiso alguno por parte de posibles donantes. De hecho, la declaración dice textualmente: «Highlights the role of the Least Developed Countries Fund and the Special Climate Change Fund in supporting actions by developing countries to address climate change, welcomes the pledges made to the two Funds and invites developed countries to further contribute
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