El crédito agroalimentario en el año de la pandemia


La declaración del estado de alarma y el confinamiento de la economía española que se inició en marzo de 2020 tuvo un efecto radical sobre la tendencia seguida por la economía productiva en relación con el crédito bancario. Tras más de una década de explosión del crédito, la crisis financiera puso fin al proceso de endeudamiento de las empresas, iniciando uno de desendeudamiento que se ha mantenido hasta diciembre de 2019 –estos datos son proporcionados por el Banco de España con una periodicidad trimestral–.

Evolución del crédito concedido a las empresas españolas desde 1992
Fuente: Banco de España

Usando la misma escala temporal, podemos comprobar que el peso del crédito al sector agroalimentario –considerado este como la suma del sector primario más el de la industria de los alimentos, bebida y tabaco– sobre el conjunto de las actividades productivas ha seguido un comportamiento contrario. Mientras crecía la deuda, la participación del agroalimentaria en esta decaía. Es decir, la demanda de crédito satisfecha del resto de sectores crecía mucho más deprisa que la agroalimentaria. Visto de otra manera, fueron otros sectores los que comandaron la expansión de la inversión empresarial y, por consiguiente, la del crecimiento del PIB.

Sin embargo, una vez pasado el primer mazazo de la crisis, y mientras el resto de la economía seguía el proceso de desendeudamiento, el agroalimentario comenzó a ganar peso en el conjunto de las actividades empresariales. El sector se endeudaba para modernizar sus estructuras productivas y para ganar competitividad en los mercados internacionales. No en vano, el sector se aupó durante varios años al primer puesto de la exportación española (esa es una historia que contaremos en otro momento).
Peso del crédito agroalimentario sobre el total desde 1992
Fuente: Banco de España


Un nuevo ciclo

El proceso de desendeudamiento todavía seguía vigente en marzo de 2020, aunque ya casi había llegado a su final. La tasa de variación interanual del crédito concedido caía un ligero -0,2 %. Tres meses después, en junio de 2020, la tasa ya era positiva y del 7,2 %. El cambio era lógico y esperable. El obligado cierre de la economía puso a muchas empresas en un serio riesgo de falta de liquidez aumentando sus necesidades de financiación a corto plazo. De hecho, una de las principales medidas articuladas por el Gobierno fue la habilitación de una línea de crédito con garantía del ICO a la que acudieron en masa tanto empresas como entidades financieras.

El sector agroalimentario, por su parte, había estado moviéndose entre las asíntotas +1,8 % y +7,4 % desde el comienzo de su ciclo expansivo. Los cambios acaecidos a partir de marzo a corto plazo sí animaron la tasa, que creció hasta el 7,1 % en el caso de la industria de los alimentos, bebidas y tabaco, y hasta el 3,1 % en el caso de la agricultura y resto del sector primario –un 5,2 % el conjunto del sector–. Pero, inmediatamente se suavizó, quedando claramente por debajo de la del conjunto de las empresas.

Ciertamente, el haber quedado encuadrado dentro de los sectores esenciales, permitió un funcionamiento relativamente normal de la mayor parte de las empresas. De hecho, los mayores daños se han concentrado en las empresas que comercializaban principalmente a través del canal horeca. Para el resto, el incremento de las ventas de alimentación a los hogares mitigó en gran medida el golpe.

Tasas de variación del crédito a las empresas y al sector agroalimentario en los últimos dos años
Fuente: Banco de España


Esperando el repunte de la tasa de morosidad

De cara a los próximos meses, es esperable que muchas de las situaciones de debilidad de tesorería acaben transformándose en problemas de solvencia. Una situación que será peor en la medida que se prolongue la situación. La tasa de morosidad indefectiblemente repuntará al alza en los próximos meses, y veremos caer muchas empresas que hoy siguen en pie por mera inercia o por la moratoria de los procedimientos concursales.

¿Volverá el sector agroalimentario a ponerse al frente del crecimiento económico español como en la anterior crisis? ¿Tiene margen de productividad no aprovechado el sector? ¿Puede seguir creciendo en los mercados internacionales? Los próximos meses nos traerán la respuesta, aunque un primer indicio lo tendremos seguramente en el comportamiento de este en el ámbito financiero y crediticio.

Seguiremos atentos.




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