Comienza una nueva semana

¡Uf! Acabo de terminar la última clase de hoy, son las 20:45 y en cuánto termine de escribir estas líneas me marcharé a casa. Los lunes son para mí el peor día de la semana. A la ya de por sí dureza del primer día tras dos días de asueto (bueno, al menos dos días sin la obligación de no trabajar en la oficina) y sin despertador, se le suma una clase a las 8 de la mañana, el trabajo posterior en la Cámara, la huída al comedor de la UAL para deglutir un menú que no es carcelario pero casi, el café purgante que te cae mal pero precisas para no dormirte, las tediosas tutorías de 3 horas (que son, en el fondo, trabajo cameral o universitario) y la clase de hora y media de las 7 de la tarde.
Este curso, por otra parte, el tiempo está transcurriendo con mayor tranquilidad que otros años y, a qué negarlo, se me hace muy cuesta arriba que aún no llevemos ni un mísero mes.
¿Habían leído antes en esta web que necesitaba volver al trabajo de las vacaciones? Olvídenlo, debía estar delirando.

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