Génesis y duración de una crisis (1)

La primera parte del título que acompaña a estos párrafos es para lucirme, ya que sabemos el por qué, el cómo, el cuándo y hasta el quién. Sin embargo, sobre la segunda parte, los economistas no nos ponemos de acuerdo. Unos mantienen que la crisis será larga y profunda, y otros nos inclinamos a pensar que será profunda, pero no tan larga.
El origen de nuestra actual crisis es relativamente sencillo de contar, ahí que buscarlo en la combinación de tres factores yuxtapuestos: la globalización que ha permitido el movimiento de capitales a través de todo el planeta, un boom inmobiliario casi sincronizado en algunas de las economías más grandes del mundo (incluyendo a la española) y la capacidad de innovación de unos mercados financieros azuzados por los dos elementos anteriores. Cada una de estas tres patas, además, ha actuado como elemento dinamizador de los dos anteriores. Así, nos hemos encontrado con unas condiciones de liquidez en la economía mundial sin precedentes. Las instituciones monetarias fabricaban dinero al tiempo que sacaban de sus balances los riesgos inherentes a la concesión de créditos de baja calidad, las famosas hipotecas subprime, concedidas a personas con escasa capacidad de pago. Estas hipotecas fueron agrupadas con créditos de mayor probabilidad de cobro en títulos que salieron a los mercados, provocando un doble efecto: de un lado el aumento de la liquidez favorecido por los bajos tipos de interés y la ineficiencia de las agencias de calificación (incluso yo añadiría la escasa ética por parte de estas compañías); de otro lado, una facilidad de crédito excesiva, ya que los riesgos eran rápidamente transferidos a los inversores, atraídos por elevadas rentabilidades y aparentemente poco riesgo.
Poco a poco el sistema financiero internacional fue distribuyendo este tipo de hipotecas. El sistema funcionaba como el juego de la escoba, mientras los impagos no fueran muy elevados y se pudieran colocar las subsiguientes emisiones de títulos, asistiríamos a una espiral de crecimiento continuado. Sin embargo, lo que estaba ocurriendo, en realidad, era que una parte importante del mundo rico estaba viviendo muy por encima de sus posibilidades reales, engañados por los cantos de sirena de unos tipos de interés muy reducidos, un fácil acceso al crédito y unos mercados inmobiliarios que hacían crecer el valor de las garantías hipotecarias. En la medida que la situación avanzaba se iba haciendo más y más insostenible. El precio del petróleo crecía, pero las economías occidentales parecían inmunes a los mensajes del mercado del crudo, aisladas tras la barrera de un dólar muy bajo. Así que, poco a poco, la espiral ilusa, al mismo tiempo que crecía, se hacía más débil.
De pronto, en el verano de 2007 (enlace a wikipedia), comenzaron los problemas de verdad. El virus de las subprime comenzó a ser notado por las empresas y los inversores. De repente también, la demanda interna se paró, exhausta por el elevado endeudamiento y una creciente inflación; la burbuja inmobiliaria estalló y todo el edifico de naipes se vino abajo. Ahora, aquellos factores que se realimentaron en la fase de crecimiento, comenzaron a hacer lo propio en la fase de enfriamiento. Los motores se habían parado y, como en una epidemia, los bancos de negocios y fondos de inversión se miraban la cartera para comprobar cuántas de sus antaño buenas inversiones a bajo riesgo, en realidad eran basura mal calificada. Las autoridades monetarias actuaron inyectando dinero en el sistema, para animar a los agentes a recuperar la confianza. Sin embargo, ese dinero desapareció tan rápidamente como había llegado, posiblemente para tapar los agujeros de las cuentas de resultados o derivados a mercados aún rentables y de bajo peligro, como los de materias primas y alimentos.
Los bancos, desconfiando los unos de los otros, no se atrevían a realizar operaciones en los mercados monetarios y la falta de liquidez subsiguiente llegó a la economía real en forma de endurecimiento de las condiciones de crédito y del cierre del grifo al mercado inmobiliario, que de esta forma recibía el golpe de gracia.
Ya tenemos la crisis desatada: la construcción parada, la demanda interna temerosa y agotada por el esfuerzo financiero de los años bárbaros, el paro creciendo, los grandes bancos de negocio en pérdidas o siendo participados por fondos soberanos y los gobiernos siendo requeridos para que actúen en los mercados al estilo de los mejores años del keynesianismo. Aunque, en realidad, todo esto es ya historia.
(Continuará mañana)

Comentarios

  1. Léete este post.
    http://leopoldoabadia.blogspot.com/search/label/%2B%20Crisis%20Financiera%202007-2008

    Me ha parecido estupendo. Describe muy bien la crisis internacional.

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  2. Tienes razón, la explicación es muy detallada y está contada de forma muy sencilla, hasta para que la entienda el miembro del consejo de la Caja de San Quirico :-)

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