Almería, crónica personal
Esta mañana (realmente, ayer por la mañana) leí un correo de un amigo. Hablaba de forma muy elogiosa de un libro de Antonio Orejudo, escritor al que conocí en la Universidad de Almería y con el que compartí apenas unos minutos en uno de nuestros almuerzos de los lunes.
La retahíla de mensajes asociados eran un cruce de lisonjas entre mi amigo y el autor, así que puse en cuarentena la recomendación, y pensé en dejarlo para otra ocasión, ya que la lista de los títulos por leer se acumula irremediablemente en las estanterías del estudio.
Sin embargo, a la hora del desayuno, otro amigo que también había recibido el mensaje pasó por la librería a comprarlo, y en parte por mimetismo, en parte por curiosidad terminé comprando "Almería, crónica personal".
Esta noche, justo en el momento en el que un día se transforma en el día siguiente he terminado de leerlo. Y a punto he estado de irme a dormir, pero me he dado la vuelta para escribir la reseña por un par de razones:
8,5 sobre 10 para el libro y enormes ganas de leer algo más de Antonio.
La retahíla de mensajes asociados eran un cruce de lisonjas entre mi amigo y el autor, así que puse en cuarentena la recomendación, y pensé en dejarlo para otra ocasión, ya que la lista de los títulos por leer se acumula irremediablemente en las estanterías del estudio.
Sin embargo, a la hora del desayuno, otro amigo que también había recibido el mensaje pasó por la librería a comprarlo, y en parte por mimetismo, en parte por curiosidad terminé comprando "Almería, crónica personal".
Esta noche, justo en el momento en el que un día se transforma en el día siguiente he terminado de leerlo. Y a punto he estado de irme a dormir, pero me he dado la vuelta para escribir la reseña por un par de razones:
El libro es un relato a mitad de camino entre libro de viajes (un viaje en el espacio y en el tiempo) y la crítica social, sin caer en el estereotipo, ni en el manido cliché del provincianismo puro. Me veo reflejado, aunque no termino de saber si soy de los que vienen de fuera (aunque nací en Almería, mi infancia transcurrió en Cádiz, y regresé sólo para estudiar) o soy ya uno más de los que se afanan en hacerse con La Voz de Almería para buscar entre sus páginas alguna cara conocida.
- La primera es cómo describe la carretera entre el cruce de San José y el cruce de Las Negras. Me jode pensar que nunca hubiera sido capaz de escribir ese párrafo, me hunde en la miseria al demostrarme con hechos algo que me dijo aquel día del almuerzo. Yo le hablaba de la maravillosa libertad de las bitácoras (puede que dijera blogs), de las posibilidades creativas que para un escritor tendría. Y Orejudo me respondió que dado que la literatura comenzaba a darle algún ingreso, no podía dejar sus letras de manera gratuíta. Entonces me pareció indigno de un artista. Hoy lo he entendido, quiso decir: creo que puedo llegar a vivir de esto. Yo también lo creo.
- La segunda razón es el giro maravilloso en el que convierte a las naves extraterrestres de una conferencia surrealista en naves cargadas de inmigrantes. Orejudo, te odio.
8,5 sobre 10 para el libro y enormes ganas de leer algo más de Antonio.
Seguimos con la promo. Tendremos que organizar algo con el autor. Aunque sólo escribas en un blog, tú también eres bueno. Un día te leeremos en papel (me refiero a tus textos de creacíón literaria) y gozarás de los beneficios de esa liturgia. Zelig.
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