El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza
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De hecho, posiblemente su medida irreverencia y la amena lectura sean sus principales activos, ya que la historia en sí es bastante simple. Pomponio Flato ilustre miembro de la clase ecuestre, a la sazón filósofo y físico (lo que por aquel entonces era una redundancia), viaja por el mundo en pos de la fuente de la sabiduría a la manera en la que Borges hizo viajar a lu protagonista de la ciudad de los inmortales, sólo que con resultados bastante distintos. El inicio de la novela es desternillante, con un Pomponio literalmente disparado. Sin embargo, a medida que la historia avanza, el relato pierde la frescura inicial, aunque de vez en cuando tienes que reirte de los guiños bíblicos que encuentras a lo largo de todo el relato. Y es que Pomponio es contratado por un niño Jesús para que demuestre la inocencia de su padre, el carpintero José, acusado de un asesinato.
A lo largo de la novela desfilan María, Mateo, Juan el bautista, Zacarías, Judá Ben Hur y hasta la Magdalena (entonces una niña), con la que Jesús fantasea una futura boda.
Mi califiación sobre 10 es 7,0, aunque yo soy un creyente muy ateo y puedo estar influido por ello.
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