Cooperativas en el nuevo sistema agroalimentario

Creo que acabo de finiquitar un librito que vamos a publicar en unos días (espero que ya muy pocos) y que tratará sobre el sistema agroalimentario y las consecuencias que éste tiene para las cooperativas agrarias andaluzas. Hasta esta tarde, el libro acababa un poco abruptamente con un DAFO en el que se plasmaban los resultados del trabajo. Era evidente que necesitábamos un cierre mucho más digno, así que después de darle un montón de vueltas durante otro montón de días, esta noche me han salido un par de páginas (menos da una piedra). Como es costunbre las pego aquí y espero de mis pacientes lectores algún comentario que ilumine mi enorme ignorancia en estos temas (ya dice el refrán que la ignorancia es muy atrevida):

Finalizaremos este relato que pretendía explicar la realidad con algunas recomendaciones estratégicas para las cooperativas agrarias europeas. No pretenden ser un mantra a seguir sin más. La realidad suele ser mucho más compleja de lo que cualquier papel quiera o pueda contener, de forma que deben tomarse –como el conjunto del libro– solo como una base de reflexión:
  • El mercado se ha hecho global y los agentes que se sitúan en los eslabones que hay entre las cooperativas y los consumidores (tanto la industria como la distribución) han tendido a la concentración. Asimismo, las tendencias normativas parecen escoger el camino de la liberalización de mercados y hasta la PAC da claros síntomas de debilitación. En resumen, cualquier estrategia empresarial seleccionada por las cooperativas agrarias debe considerar estas premisas, lo que implica pensamiento global, orientación al mercado y crecimiento de la dimensión empresarial.
  • Las cooperativas al fin y a la postre son empresas, por lo que deben elegir estrategias que les permitan mantener su actividad a lo largo del tiempo, lo que se debe traducir en una gestión profesionalizada, la cual pasa por la conciencia previa de todos los cooperativistas socios de que ellos mismos son empresarios. Y una gestión profesional suele estar alejada de los personalismos o de las pasiones locales, y muy cerca del pragmatismo.
  • Las empresas cooperativas andaluzas y españolas deben propiciar un cambio de la legislación a la que están sometidas, buscando una homogeneización entre las comunidades autónomas, que facilite las estrategias de crecimiento de las mismas y favorezcan una unidad de mercado nacional real y no solo nominal.
  • Mientras el mercado mundial crece, aquel en el que las empresas agroalimentarias españolas están especializadas, el europeo se mantiene (no es previsible ver grandes crecimientos demográficos en el viejo continente), envejece y ve crecer la competencia de producciones y productores de terceros países. Estas son las trazas definitorias de un mercado maduro. En este tipo de mercado incrementar la cuota de ventas es muy complejo. Por eso, las estrategias de las cooperativas agrarias para el mercado europeo deben ser distintas a la del resto de mercados. Posiblemente Europa, madura pero rica y selecta, opte por producciones que garanticen la salubridad y calidad de sus productos, o por productos elaborados que aporten beneficios tanto en términos de tiempo (productos de conveniencia) como en términos de salud (productos funcionales y nutracéuticos).
  • Como consecuencia de la anterior conclusión, la importancia del I+D+i es y será crucial en el futuro. Las cooperativas deben procurarse el acceso al conocimiento, arbitrando fórmulas que le permitan garantizarse su utilización en el tiempo y la aplicación de los posibles avances tanto en el campo de la productividad (principal variable de competitividad) como en el de desarrollo de nuevos productos. Asimismo, deben establecer estrategias específicas para el fomento de la innovación en todos y cada uno de los apartados funcionales de la empresa.
  • El conocimiento directo sobre el comportamiento de los consumidores se ha manifestado como una las claves del éxito de la Gran Distribución. Las cooperativas deben buscar nuevas formas de comercialización que les permitan obtener de primera mano dicha información. Eso significa que deben buscar canales directos dentro de una estrategia de diversificación, ya que es muy complicado alcanzar elevados niveles de venta sin pasar por las grandes distribuidoras minoristas. Significa también que se puede capitalizar la imagen de “autenticidad” que tienen para los consumidores las cooperativas agrarias.
  • Las cooperativas son entidades de origen colaborativo, que hacen de la cooperación su razón de ser. Los mercados actuales, al menos en Europa, son cada día más complejos, puesto que las necesidades de los consumidores se van sofisticando cada vez más. En este entorno no es descabellado pensar en fórmulas de colaboración vertical, entre los distintos eslabones de la cadena, desde los productores hasta la distribución, pasando por las casas de semillas o la industria alimentaria.
  • Otra fórmula de colaboración puede consistir en establecer acuerdos con cooperativas de otros países, incluso con redefinir la estrategia de producción ampliándola o diversificándola geográficamente, lo que es una consecuencia directa del pensamiento global.
  • Finalmente, todas las empresas, y por ello también las cooperativas, deben procurar estar informadas de los cambios que puedan influir en sus mercados, lo que incluye no solamente las modificaciones en el comportamiento y los gustos del consumidor, sino también en el ámbito legal, productivo y, como no, tecnológico. El cambio se ha erigido en una de las características propias de nuestro tiempo, por lo que se ha convertido en una obligación estar atentos a él.

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