La soledad de los números primos, de Paolo Giordano
Lo confieso, lo compré porque me gustó el título. Y me lo leí del tirón, entre el sábado y el domingo. La historia es la de un amor imposible, la de dos líneas que se acercan hasta casi tocarse y se vuelven a separar.
Dos niños que arrastran sendos pasados traumáticos se van haciendo mayores escondiendo sus secretos, incluso entre ellos; aunque, como números primos correlativos, se reconocen extraños al resto y, en cierto modo, iguales entre sí. Él tiene una mente privilegiada para las matemáticas y se desenvuelve mejor con los números que con las personas. Ella, con un serio trastorno alimentario, y obsesionada con ser querida, odia ser distinta, pero es incapaz de ser normal. Ambos se conocen desde la infancia y se saben similares, pero el destino se empeña en meter cuñas entre ellos, como el número par que separa a los primos gemelos.
La manera de narrarlo, con saltos en el tiempo y en el espacio, con personajes que se entrecruzan y que los ven golpearse contra las paredes que ellos mismos han construido para evadirse del mundo, te mantiene aferrado al fino hilo de la historia.
Los ves endurecerse, convertirse en adultos y seguir tropezando una y otra vez contra la barrera de silencio que se han construido. Y te apetece romperla, hacerles ver que se equivocan, que el mundo es un sitio mucho mejor de lo que se imaginan.
El narrador es preciosista, se luce en los estados de ánimo de los personajes, en sus sensaciones y te hace partícipe de ellas, de una forma cercana y tierna. Un verdadero descubrimiento.
Calificación; 9 sobre 10.
Dos niños que arrastran sendos pasados traumáticos se van haciendo mayores escondiendo sus secretos, incluso entre ellos; aunque, como números primos correlativos, se reconocen extraños al resto y, en cierto modo, iguales entre sí. Él tiene una mente privilegiada para las matemáticas y se desenvuelve mejor con los números que con las personas. Ella, con un serio trastorno alimentario, y obsesionada con ser querida, odia ser distinta, pero es incapaz de ser normal. Ambos se conocen desde la infancia y se saben similares, pero el destino se empeña en meter cuñas entre ellos, como el número par que separa a los primos gemelos.
La manera de narrarlo, con saltos en el tiempo y en el espacio, con personajes que se entrecruzan y que los ven golpearse contra las paredes que ellos mismos han construido para evadirse del mundo, te mantiene aferrado al fino hilo de la historia.
Los ves endurecerse, convertirse en adultos y seguir tropezando una y otra vez contra la barrera de silencio que se han construido. Y te apetece romperla, hacerles ver que se equivocan, que el mundo es un sitio mucho mejor de lo que se imaginan.
El narrador es preciosista, se luce en los estados de ánimo de los personajes, en sus sensaciones y te hace partícipe de ellas, de una forma cercana y tierna. Un verdadero descubrimiento.
Calificación; 9 sobre 10.
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