Disrupción: una excepción que comienza a hacerse norma

Este artículo verá la luz en El Economista, pero antes lo puedes criticar a base de bien en este Blog (odio esta palabra):

En alguna ocasión anterior he comentado desde estas páginas los efectos de la generalización de las nuevas tecnologías y sus impactos disruptores en los ámbitos social y económico. Hoy volveré a la carga, respecto a lo que están significando en términos de eliminación de barreras de entrada a los mercados y también en cuanto a la irrupción de nuevos modelos de negocio también disruptores per se.

Respecto a lo primero, la tecnología tiene cierto poder democratizador. Las únicas barreras de entrada reales son la disponibilidad de acceso, la capacidad para programar y la creatividad. Las tiendas de aplicaciones de Apple, Google, Amazon o Nokia permiten un acceso a mercados globales en plazos de tiempo ridículos. Es cierto que la abundancia de la oferta en dichas tiendas representa un problema de visibilidad, pero normalmente, si el producto es bueno y soluciona un problema real (es decir, aporta valor al consumidor), la aplicación termina teniendo éxito. Lo que también sucede cuando la app se convierte en sí misma en un meme, como ocurrió con Flappy Bird o, más recientemente, con YO.



Respecto a lo segundo, la capacidad de cómputo de los móviles, unida a sus posibilidades de geoposicionamiento y su acceso a la Red en cualquier lugar, permite que surjan infinidad de oportunidades de negocio nuevas. Por un lado, se eliminan o reducen los costes de transacción que dificultaban los acuerdos persona a persona. Por ejemplo, las aplicaciones de compra-venta con criterios de proximidad (lo que elimina también los costes de transporte), o las webs de micromecenazgo (crowdfunding) en las que se puede desde apoyar un proyecto artístico, hasta conceder préstamos persona a persona o persona a empresa. Otro ejemplo claro son las aplicaciones relacionadas con la oferta comunitaria, en las que cada persona se convierte en un oferente potencial. Así, Uber convierte a cualquiera en un transportista. O Aribnb permite que puedas ofrecer tu casa como alternativa de alojamiento turístico a millones de personas de todo el planeta. Por otra parte, estas nuevas formas de hacer negocios ponen en solfa sectores establecidos (en estos casos concretos, taxis y hoteles), que los contemplan como competencia desleal. Son negocios que sobrepasan las normativas legales, y que nos acercan al concepto de ciudadano-empresa, multiplicando el eco de la producción distribuida.


En este nexo de unión entre lo social, la tecnología, la movilidad y la creatividad se generan ideas rompedoras: disrupciones hijas de disrupciones. Un último ejemplo: MonkeyParking, que te permite ceder la plaza en la que estás aparcado en la calle al mejor postor. Un sistema para obtener ingresos privados de un bien público… Aunque esa idea no es demasiado disruptora, ¿verdad? ;-)

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