Comercio menor: ¿game over?

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La edad, además de achaques muy puñeteros, tiene la ventaja de aportarnos a los humanos un poco observadores un poco de perspectiva. Antes de explicar a qué viene esto, les invito a que efectúen un viaje en el tiempo conmigo. Vamos hasta los últimos años de la década de los noventa, justo antes de que estallara la burbuja, la de las punto com. En aquel momento Internet prometía ser el nuevo Far West, las empresas se lanzaban a montar empresas de la nueva economía, aquella en la que los beneficios no eran importantes, porque lo valioso eran los usuarios. Aún Google no nos había enseñado lo superfluo de los portales y la navegación no podía despegarse del hogar: los móviles inteligentes aún eran cosa del futuro.
Sin embargo, los beneficios no compensaban las enormes cantidades de capital invertido y aquella nueva economía terminó comportándose como la vieja de la destrucción creativa de Schumpeter: las acciones de aquellas compañías pioneras se desplomaron y muchas de ellas simplemente desaparecieron.
Saltemos ahora a un momento más cercano, por ejemplo 2009. A lo largo de ese año la crisis financiera internacional impactó de lleno en la economía española. Las miles de grúas se pararon y dejaron de ser una parte integrante más de nuestro horizonte; las oficinas de las inmobiliarias comenzaron su repliegue y, tras ellas se fueron muchas oficinas bancarias. Y muchísimos comercios. El PIB español nos demostró que había crisis con salida en V y crisis con salida en W, con una segunda V muy laaaarga. Como uno es un animal de costumbres, comenzó a contar locales comerciales vacíos allí donde iba. Pensaba por aquel entonces que el descenso del consumo interno era el responsable principal de aquella debacle.
Vamos de camino al presente, ya casi termino el paseo temporal. Desde 2014 iniciamos el camino de la recuperación y ya casi hemos alcanzado el nivel del PIB de antes de la crisis. Sin embargo, en mi recuento de locales vacíos la cifra apenas ha caído. ¿Y eso como puede ser? Si el consumo se recupera, ¿por qué no vuelven a abrir los comercios que cerraron? Vaya por delante que lo mismo mi capacidad de observación está muy mermada. Sin embargo, entre aquel primer momento de fracaso punto com y el momento actual han pasado algunas cosas relevantes que tal vez expliquen este aparente contrasentido. Hoy Internet va con nosotros, la compra online se ha convertido en un proceso sencillo y bastante seguro. La logística del comercio electrónico se ha perfeccionado hasta el punto que las entregas se realizan en menos de 24 horas. Y tenemos la posibilidad de devolver sin coste lo que no nos satisface…
En EEUU comienzan a cerrar centros comerciales, porque ya no venden lo suficiente. ¿Será que ha dejado de ser útil el comercio minorista tradicional? No me atrevo aún a decir que eso es así, quiero mirar los números, pero reconozco que es una hipótesis que me llama la atención. Y que, de ser cierta, tiene enormes repercusiones. Por ejemplo, la fisonomía de nuestras ciudades podría cambiar radicalmente, ya que desde hace siglos las tiendas convivieron con las viviendas. De hecho, un barrio con comercios es considerado un “barrio vivo”. De ser cierta, ¿de dónde sacarán los ayuntamientos los ingresos que dejarían de percibir por las licencias de apertura?
Internet es el gran desintermediador, así que tiene sentido que también afecte al comercio menor. Sin él, no hay costes de estructura, ni salarios de dependientes ni stocks que mantener, por lo que parte de esos costes se pueden invertir en mejorar la logística o en reducir el precio de venta, o en aumentar los beneficios. Cierto es que no poder ver y tocar los objetos es una barrera que puede dejar en agua de borrajas todo lo citado anteriormente. Pero, hagamos un último ejercicio, ¿cuándo fue la última vez que compró algo por Internet? ¿Ayer? ¿Hoy? ¿Hace un rato?

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