Buscando un faro en mitad de la tormenta
La parálisis sufrida durante el confinamiento ha cambiado radicalmente las previsiones de los analistas. Así, el consenso del panel de predictores de Funcas a principios de marzo aún auguraba un crecimiento de la economía española del 1,5 % para 2020. Dos meses después, la cifra era del -9,5 %. Eso sí, en el mismo período, la predicción para 2021 pasó del 1,6 % al 6,1 %.
En ese contexto, la economía de la provincia de Almería también ha mostrado un cambio drástico en sus fundamentales durante el confinamiento. La batería de indicadores que recopila el Colegio Profesional de Economistas muestra a las claras este comportamiento. Por ejemplo, la ocupación hotelera y las pernoctaciones (indicadores tradicionales de la actividad turística) cayeron un 100 %, es decir, se fueron a cero. Sería el turístico el sector más afectado de nuestra economía, y no hay que olvidar que es el segundo en importancia con un peso sobre el PIB de en torno al 10 %.
Mejor comportamiento parece que está teniendo el sector inmobiliario, que muestra un fuerte enfriamiento pero que no llega al desplome tan radical del anteriormente mencionado. Algo similar pasa con la matriculación de turismos, que cayó al mínimo en marzo, pero que en abril ya comenzó a remontar y que suele usarse como un proxi del consumo de las familias y de su confianza, ya que se trata de un bien de elevado precio, y que suele conllevar endeudamiento y un pago sostenido a lo largo de varios años.
Pero sigue habiendo un faro que se mantiene iluminando el horizonte. Nuevamente, como ya ha pasado en crisis anteriores, la agricultura y todo si clúster empresarial ha mantenido los niveles de actividad. Por un lado, no se vio obligada a cerrar dada su clasificación como actividad esencial, y por otro, ha estado mejorando los registros de exportaciones durante los tres primeros meses del año, marzo inclusive. Nuevamente este sector se configura como el último colchón de seguridad de la economía almeriense y como el valor más seguro dentro del tejido productivo provincial.
Para cerrar este rápido repaso a la situación, vamos a aventurarnos con el futuro. Para empezar y de momento (no podemos despreciar el riesgo de recaída y nuevo “cierre” de la actividad) esta crisis es claramente diferente de la anterior. Por un lado, esta ha sido una crisis autoinfringida, resultado de anteponer la salud de los ciudadanos al resto de considerandos. Para continuar, el tejido productivo no ha sufrido daño directo, las empresas y familias se habían estado desendeudando en los años anteriores y eso plantea una mejor situación de solvencia, al menos inicialmente. Además, el sector financiero ya no está en el centro del desastre (la de 2009 fue una crisis de origen financiero), y puede contribuir con su financiación a la superación de los problemas de las empresas solventes.
Ni siquiera parece que la preocupación de los ciudadanos sea del mismo nivel que en 2009 (véase el gráfico de Google Trends). Por lo tanto, esta crisis posiblemente será menos intensa y más corta en el tiempo… Lo que no quita para que, como todas las crisis, deje en el arcén a muchas personas y empresas y para que surjan nuevas oportunidades para el nacimiento de nuevas ideas y también de nuevas empresas. Posiblemente, la medida de lo rápido o lento que nos recuperemos la dará el sector turístico. Él ha sido el más dañado y, por tanto, él será en principal indicador a seguir para comprender la evolución de la tormenta en los próximos meses.
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