Los mercados financieros hoy: ¿monos sabios o monos suicidas?

Vivimos tiempos extraños. Y, en los mercados financieros, más.

En la tradición japonesa, los tres monos sabios evitan el mal ignorándolo fehacientemente. Así, Kikazaru se tapa las orejas para no oírlo, Mizaru se tapa los ojos para no verlo y Iwazaru se tapa la boca para no hablar del mal. Así parece que se están comportando los mercados financieros, no queriendo ver, oír ni hablar de todo lo que no encaja, de todo lo que va mal.

Un puñado de pistas

Una primera pista de que algo no funciona como debiera nos la da la coincidencia en el tiempo de cotizaciones récord del oro y de los índices bursátiles. El oro, hasta ahora, había actuado como un valor refugio, el lugar donde acudir cuando no hay certeza sobre los valores de los activos cotizados o cuando no somos capaces de visualizar la solvencia de los agentes, como pasó en 2008. Por tanto, no es normal que sus máximos históricos coincidan con valores récords en las bolsas de valores.

Otra pista. Trump es para el orden mundial lo que El Mulo para la Fundación de Asimov. Un tipo que desborda las capacidades de la psicohistoria porque su mente esdiferente a la de los demás. No digo que el anaranjado presidente estadounidense tenga capacidades mentales sobrehumanas, pero sí que no actúa como cabría esperar. Hubiera estado en su salsa en el siglo XIX, en el momento de surgimiento del imperialismo y con el mercantilismo triunfando a lo largo y ancho de Europa. Pero no hoy. Trump se ha propuesto romper el sistema multilateral que su propio país contribuyó a crear tras la Segunda Guerra Mundial, regresando a los tiempos en los que las relaciones entre las naciones se fundamentaban en el uso del poder y la coerción. Es alguien que ataca los fundamentos de la ventaja económica estadounidense: la primacía de la ciencia y la innovación sobre el dogma. Es alguien que está intentando concentrar la mayor parte del poder en sí mismo y su camarilla, haciendo saltar por los aires todos los controles democráticos que contempla el sistema estadounidense.

Una tercera: los países están optando por soluciones militares para solventar sus diferencias. Tenemos los ejemplos de Rusia con su invasión de Ucrania, de Israel en Gaza primero y luego en casi todo Oriente Próximo, de Azerbayán en Nagorno Karabaj… Una tendencia que está provocando una escalada del gasto militar en todo el mundo, incluso en la otrora pacífica Europa. En un mundo así, los negocios corren muchos más peligros, por lo que las valoraciones de los activos deberían estar sometidas a una revisión a la baja derivada de los potenciales enfrentamientos bélicos.

Finalmente, tenemos el ascenso acelerado de China a la categoría de superpotencia y su pulso cada vez más explícito con Estados Unidos en múltiples frentes, hasta el punto de que sir Robin Niblett, exdirector del think tank Chatam House, habla ya de una nueva guerra fría con estos dos países como principales contendientes y que podría terminar obligando al resto del mundo a tomar partido.

¿Cómo es posible que los mercados de capitales de medio mundo se encuentren marcando máximos históricos en un mundo como este?

Algunas explicaciones

Hay una explicación, por supuesto. Bueno, varias. Los máximos del oro están siendo impulsados en parte por la estrategia china de acumulación y sus planes para desarrollar mercados financieros al margen del dólar. Las reservas de oro fortalecerían la posición internacional del renminbí en su intento de posicionarlo como unidad de cuenta internacional. Una estrategia que hasta ahora no había funcionado demasiado bien, pero que ahora se prolonga con las emisiones de ‘bonos panda’ y con el próximo lanzamiento del yuan digital. Ahora bien, esta explicación lleva implícita una amenaza real contra el dólar y el poderío financiero estadounidense.

Hay otra posible explicación que ayuda a entender qué está pasando. Algo tiene a todo el mundo ocupado mirando para un solo sitio, impidiendo hacerse una idea general del contexto. Me refiero a la inteligencia artificial y a la ingente cantidad de recursos que están llegando a las empresas que se sitúan a la cabeza de su desarrollo. Detrás de esta revolución tecnológica están las grandes subidas bursátiles estadounidenses. Un sector que, además, ejerceun brutal efecto tractor sobre otros que también son intensivos en capital: el diseño y fabricación de semiconductores especializados; la construcción de centros de datos en los que poder realizar la computación que necesitan los gigantescos LLM (Large LanguageModel), y la producción de energía (necesaria para que todo lo demás funcione). A lo largo de esta especial «cadena de suministro» se están invirtiendo cantidades ingentes de dinero, con la promesa de un beneficio futuro proporcional al esfuerzo que se está realizando.

En la batalla por el desarrollo de este sector están involucradas las grandes empresas tecnológicas que han protagonizado gran parte del éxito económico de Internety algunas recién llegadas como ChatGPT o Anthropic que consumen una ronda tras otra de capitales.

Si Galbraith levantara la cabeza

Pero en este punto conviene recordar a Galbraith y su pequeño librito Breve historia de la euforia financiera, en el que analiza algunas de las mayores crisis financieras de la historia y donde saca algunas características comunes. Si seguimos su razonamiento ya han transcurrido casi 20 años desde la última gran crisis financiera (la de 2008-2009), el tiempo justo para el ascenso de una nueva generación que no guarda suficiente recuerdo de lo acontecido; nos encontramos un elemento tecnológico nuevo que supone el factor «esta vez es distinto» (la propia IA); se acallan las voces críticas, los avisos sobre una posible burbuja son ignorados, incluso algunos hechos que ponen en entredicho la eficiencia de los capitales invertidos, como la irrupción de DeepSeek –que logró resultados parecidos a los de las empresas americanas con una inversión mucho menor– se minusvaloran o se olvidan convenientemente. Incluso, hay un sistema de apalancamiento financiero que evita contabilizar en los balances parte de las inversiones. Para financiar los centros de datos se está recurriendo a empresas especializadas que los edifican para alquilárselos luego a las tecnológicas. Estas empresas titulizan los ingresos esperados y los colocan en el mercado financiero.

Todas estas señales por separado invitarían a la moderación, a la reevaluación de los riesgos y a un comportamiento inversor algo más prudente. Sin embargo, la fiesta sigue y todo el mundo quiere una entrada para ella.

Así que vuelvo al título: me temo que en esta ocasión los mercados financieros no están actuando como los monos sabios, sino como verdaderos monos suicidas.

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