Globalización y desigualdad

Cooperación y desigualdad: el papel de la cooperación internacional. Este era el título de la conferencia que impartió José Antonio Alonso en la segunda sesión de las V Jornadas de Primavera de Economía, que se celebraron en Almería el pasado lunes.
Alonso ilustró al personal con una charla muy ordenada en la que se mezclaban en dosis cuasi perfectas el lenguaje llano y la introducción de conceptos económicos, sin resultar en ningún momento inaccesible. La primera parte la dedicó a dilucidar si el proceso de globalización ha generado mayor desigualdad o no. Sus conclusiones, como buen gallego (esto lo dijo él), es que en realidad se han producido dichos fenómenos. A través del análisis de la evolución del Coeficiente de Theil (enlace a un Powerpoint de la profesora Beatriz Larraz) obtiene unas interesantes conclusiones, entre las que destaca que la desigualdad ha venido aumentando en el mundo tanto en períodos globalizadores como no globalizadores, por lo que es un fenómeno hasta cierto punto autónomo y que tiene más que ver con la institución del mercado que con la mayor o menos globalidad de la misma. Otra conclusión es que la globalización crea convergencia entre los países que se encuentran en la mitad de la distribución, pero aumenta la distancia entre los extremos de la misma (o sea, entre los más ricos y los más pobres). El corolario último de su razonamiento es que la globalización no corrige la desigualdad, por lo que se deben generar instrumentos correctores específicos.
A continuación justificó esta necesidad de lograr una mayor equidad a través del concepto de bien público internacional (IPG en sus siglas en inglés), entre los que destaca: la salud pública, la seguridad internacional, el medioambiente, ...
Finalmente terminó la conferencia abogando por la creación de organismos internacionales que rigieran en términos de una mayor democracia e igualdad el funcionamiento de los mercados globales. En este sentido dijo que el proceso de formación de los mercados nacionales fue acompañado de la creación de instituciones para su gobierno y de la figura de la ciudadanía (una carta de derechos). Esto no está pasando con la globalización.
Posteriormente, en el debate surgieron temas interesantes, como la falta de democracia en el proceso globalizador y cómo se convierte ésto en un elemento de debilidad del proceso, que podría terminar retrocediendo. O cómo esa carta de derechos deseable se enfrenta en la práctica al surgimiento de actitudes identitarias regionales o nacionalistas que dificultan de hecho la obtención de los derechos globales.

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