Lo que sé de los vampiros, de Francisco Casavella

Lo primero que debo decir es que odio a Casavella, que odio que haya sido capaz de poner un título como éste. Es de esas cosas que en cuanto las lees, piensas que debería habérsete ocurrido a ti.
A partir de ahí, Casavella escribe una novela en la que los protagonistas se comportan como una serie de muñecas rusas. Cuando crees que uno de ellos es el protagonista verdadero, sale de la manga un nuevo personaje con trazas de héroe de novela. Pero luego aparece otro personaje, adorable de surreal, o tan real por ser absurdo. Finalmente el verdadero protagonista es una mezcla entre dos de ellos.
La vida va situando a Martín de Viloalle en primera línea de la historia, primero en su España natal, luego en Roma, los principados alemanes, París y, finalmente, América. Al principio es sólo un ser a la deriva, que simplemente pasa por la vida adaptándose a las situaciones sin más. La aparción en su vida del señor de Welldone, un vividor que podría ser inglés o francés, un sabio loco, o simplemente un estafador, cambiará para siempre su forma de contemplar su vida y la de los demás. Viloalle es, en cierta forma, un pelele con el que el destino se ensaña una y otra vez, hasta que al final recupera el control de su propio sino.
La forma de narrar es curiosa, distinta. Al principio puede llegar a complicar la lectura, pero en cuanto uno se acostumbra, las palabras fluyen dando vida a un relato que va claramente de menos a más.
Mi valoración: 9 sobre 10.

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