El hombre como agente geológico, Gaia y 4 tesis sobre el clima de la historia


Llego a este artículo de Anaclet Pons a través de una recomendación de Bienvenido Marzo. Se trata de un resumen del artículo de Chakrabarty, “The climate of history: Four theses” al cual me dirigiré en cuanto tenga un par de minutos libres. En en resumen de Pons, estas son las 4 tesis:

  1. Las explicaciones antropogénicas del cambio climático suponen el colapso de la antigua distinción humanista entre la Historia Natural y la Historia Humana.
  2. La idea del antropoceno, la nueva era geológica en la que los seres humanos existen como fuerza geológica, matiza profundamente las historias humanistas de la modernidad/globalización.
  3. La hipótesis geológica relativa al antropoceno nos obliga a relacionar las historias globales del capital con la historia de los humanos como especie.
  4. El entramado de la historia de las especies y de la historia del capital es un proceso de exploración de los límites de la comprensión histórica.

Cierto, es un artículo muy sugerente, aunque, a mi modo de ver, no está descubriendo nada que no existiera ya en el “ruido de fondo” de las ciencias sociales. Por ejemplo, algunos planteamientos de la Gran Historia están imbuidos de esas 4 tesis que plantea Chakrabarty. También lo están los trabajos de Diamond, incluso desde el punto de vista de la economía ecológica es esa una de las ideas recurrentes. Lo mismo sucede con algunas aproximaciones desde el campo de las ciencias de la vida, así la idea de la Sexta Extinción Masiva es una tesis que encaja a la perfección en el reajuste ideológico que plantea Chakrabarty.
En el fondo, lo que me parece que hay detrás de estas tesis, demasiado enfocadas en el antropoceno, es una nueva vuelta de tuerca en torno a la idea de Gaia. En este sentido, el planeta es un sistema completo en el que cada uno de los elementos interactúa con el resto. Desde el principio de su formación, su geología y su biología se han modelado mutuamente. Nuestra atmósfera no es rica en oxígeno por casualidad, lo es gracias a la fotosíntesis, y ésta se desarrolló gracias a la presencia masiva de CO2. Las plantas aprovecharon ese recurso como elemento alimenticio. Bajo este punto de vista, en realidad, no estaríamos asistiendo a nada esencialmente nuevo. Posiblemente, la única novedad radicaría en el elemento tiempo, en lo pequeño de la escala en la que los seres humanos hemos llegado a ser tan numerosos y poderosos como para tener influencia sobre el estado de la naturaleza en varias dimensiones.
En cierto sentido, también, cabría una lectura apocalíptica en la que la especie humana estaría actuando como un parásito. Y el problema de las relaciones parasitoides es que suele acabar mal para los dos individuos, mientras que sólo en las relaciones simbiontes se puede encontrar un beneficio mutuo. Siguiendo en plan Fin del Mundo, ¿seremos capaces de convertirnos en simbiontes con el planeta o lo dejaremos “morir” (lo pongo entre comillas porque pensar que podemos matar el planeta no es justificable desde la perspectiva Gaia), muriendo nosotros con él?

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