Bilbao-New York-Bilbao, de Kirmen Uribe
Aunque mis vacaciones terminaron el jueves pasado, los dos días laborables antes del fin de semana han sido sólo un intermedio vacacional. Primero, porque al estar la ciudad en fiestas el horario no ha sido el normal, sino uno reducido y, segundo, porque aún me restaban unas páginas para terminar la última novela de las vacaciones. Acabo de cerrarla. En la tarde del domingo. Justo a tiempo.
A lo largo de un viaje en avión entre Bilbao y Nueva York, Kirmen Uribe nos va contando la vida de su padre y de su abuelo. Y de su familia a lo largo de tres generaciones, ya que incluye la suya propia. Gente de mar, gente dura, gente que se ha enfrentado a las duras olas de la vida y que han llegado a distintas playas. La técnica que utiliza no es lineal, por lo que no resulta demasiado sencillo seguir el hilo, como cuando se desvía a personajes (en realidad habría que decir personas) secundarios. Va insertando anécdotas, recuerdos prestados por familiares y amigos, junto con el relato de la creación de la propia novela. Es por ello, posiblemente, que el principio me haya resultado demasiado tedioso, aunque las últimas 60 páginas han caído una tras otra, logrando saltarme alguna lágrima por el camino. Se nota que Uribe es poeta. Se nota en la sensibilidad con la que describe los gestos que considera importantes, el "mayte, mayte" o el juego de las dos niñas intentando cazar mariposas con una sábana.
Tengo que reconocer que me ha costado pillarle el gusto a esta obra, a pesar de lo sugerente de la reseña que me la vendió. No creo que en realidad se le pueda llamar novela, es como un libro de recortes en el que se acumulan los recuerdos y las anécdotas, pero en el que es casi imposible encontrar una historia hilada. Aunque, tal vez, el hilo conductor sea realmente el propio proceso de redacción. Es por eso que lo veo más como una crónica poética, como una saga islandesa escrita en prosa. Aún así, merece la pena su lectura. Hay momentos muy intensos y la franqueza con la que el autor conversa con sus lectores es de agradecer. Éste es un autor a seguir. Seguro que guarda al menos una gran novela entre los pliegues de su cerebro.
A lo largo de un viaje en avión entre Bilbao y Nueva York, Kirmen Uribe nos va contando la vida de su padre y de su abuelo. Y de su familia a lo largo de tres generaciones, ya que incluye la suya propia. Gente de mar, gente dura, gente que se ha enfrentado a las duras olas de la vida y que han llegado a distintas playas. La técnica que utiliza no es lineal, por lo que no resulta demasiado sencillo seguir el hilo, como cuando se desvía a personajes (en realidad habría que decir personas) secundarios. Va insertando anécdotas, recuerdos prestados por familiares y amigos, junto con el relato de la creación de la propia novela. Es por ello, posiblemente, que el principio me haya resultado demasiado tedioso, aunque las últimas 60 páginas han caído una tras otra, logrando saltarme alguna lágrima por el camino. Se nota que Uribe es poeta. Se nota en la sensibilidad con la que describe los gestos que considera importantes, el "mayte, mayte" o el juego de las dos niñas intentando cazar mariposas con una sábana.
Tengo que reconocer que me ha costado pillarle el gusto a esta obra, a pesar de lo sugerente de la reseña que me la vendió. No creo que en realidad se le pueda llamar novela, es como un libro de recortes en el que se acumulan los recuerdos y las anécdotas, pero en el que es casi imposible encontrar una historia hilada. Aunque, tal vez, el hilo conductor sea realmente el propio proceso de redacción. Es por eso que lo veo más como una crónica poética, como una saga islandesa escrita en prosa. Aún así, merece la pena su lectura. Hay momentos muy intensos y la franqueza con la que el autor conversa con sus lectores es de agradecer. Éste es un autor a seguir. Seguro que guarda al menos una gran novela entre los pliegues de su cerebro.
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