Las lecciones empresariales de Steve Jobs
Hace unos días, uno de los medios relacionados con el mundo Apple de España, Faq-Mac me publicó un artículo sobre las lecciones empresariales de Jobs. Dado que ya está en la red, os pego aquí el comienzo y, si os gusta, podéis seguir leyéndolo en el enlace de arriba (o en el de abajo).
Desde que se conoció el fallecimiento de Jobs, toda la web se ha poblado de homenajes y esquelas recordándolo como el innovador que fue. Incluso, los periódicos económicos le han dedicado páginas al hombre que rescató a Apple de una muerte casi anunciada y la llevó a ser la primera empresa por capitalización bursátil del parquet neoyorquino, en dura pugna con la petrolera Exxon.
Se han escrito auténticos ríos de tinta sobre su capacidad para soñar, su perfeccionismo patológico y hasta de su irascible carácter. Sin embargo, no se ha dicho mucho sobre su estilo de dirección empresarial.
Ante todo, Jobs era un empresario emprendedor. Es decir, no era sólo alguien que arriesga dinero en una empresa. Tampoco era alguien que gestiona empresas sin comprometer su capital. Era las dos cosas. Era capaz de tener ideas y de llevarlas a cabo, comprometiéndose personalmente y gestionando los recursos necesarios de la mejor manera posible. Por lo que se cuenta de él, no debía ser fácil trabajar a su lado. Los perfeccionistas exigen lo mejor de todos en todo momento, también de si mismo. Pero es innegable que desde el principio ha sabido rodearse de gente con tanto talento como él mismo. Y, ojo, gestionar tanto ego no es nada fácil.
A lo largo de sus años de experiencia, en la vida empresarial de Jobs ha habido algunas líneas que se han mantenido fijas. La primera es la creencia en la tecnología como elemento para satisfacer necesidades. Son ejemplos evidentes Apple y NeXT, pero también lo es Pixar. Jobs podría haber optado por reconvertir el estudio de animación computerizada en uno de corte tradicional, contaba con alguno de los magos de Disney y era un mercado mucho más seguro. Pero ellos siguieron por la senda de la computación, vislumbrando lo que algún día podrían llegar a hacer. Y lo hicieron. La segunda es su pasión por el diseño. Su creencia en la necesidad humana de belleza ha dirigido y condicionado muchas de sus decisiones, dotando a sus productos de algo de lo que carecían los de la competencia. De esta manera Apple casi siempre ha estado en el mercado en términos de competencia monopolística, porque los clientes consideraban sus productos como algo distinto, estando dispuestos a pagar algo más de precio.
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