Cambio climático de largo recorrido

Me parece obvio suponer que toda especie genera un efecto en su medio. A veces, el medio no es capaz de responder a esos cambios y perece, o deja de ser el soporte vital ideal para la especie. Pero en otras ocasiones, especie y elementos adyacentes se mueven en un frágil equilibrio.
Si tenemos en cuenta que el ser humano no es sino una especie más, que se ha adaptado a casi todos los climas y ámbitos del planeta, es fácil deducir que nuestra huella ha de ser, por fuerza, grande en el estado del planeta.
En cierta forma, en la medida que la teoría del cambio climático antropogénico ha sido aceptada, hemos asumido que nuestro proceso de industrialización ha sido uno de los principales agentes impulsores del calentamiento global.
Sin embargo, un grupo de investigadores ha lanzado una idea muy sugerente y, en cierto modo, revolucionaria: el ser humano ha estado contribuyendo al cambio climático al menos desde la expansión de la agricultura en el Neolítico. La cantidad de gases de efecto invernaderos emitia por los movimientos de tierra y la deforestación hace palidecer la que llevamos emitida en la pérfida era industrial.
La verdad es que me gusta la idea y la usaré para argumentar en favor de mi idea de que la verdadera frontera de posibilidades de producción es el propio planeta (y éste es finito).

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