Los asesinos del emperador, de Santiago Posteguillo

La historia de cómo llegué a leer este libro es curiosa. Llamadme raro, pero desde hace unos años tengo cierta prevención con la novela histórica. Tras un comienzo arrollador, con textos de mucho valor, el género se transformó en una moda sobre la que se escondían multitud de textos de dudosa calidad. Así que, ante la avalancha de títulos y mis miedos, preferí dejarlo aparte (un poco, sólo un poco).
La cuestión es que de este libro en concreto me llamó la atención la reseña que se hacía del argumento en el Círculo de Lectores. Así que me dejé llevar por el impulso y lo compré.
Cuando llegué a mis manos me produjo un miedo atroz. Era un mamotreto enorme, de esos que te producen agujetas cuando lees durante más de una hora. Demasiadas páginas y yo con una lista de libros pendiente demasiado larga. Así que lo guardé para mejor ocasión. Pero, mira tú dónde, este invierno tuve la ocasión de escuchar a Posterguillo en los Encuentros con el autor de la Fundación Cajamar. Y debo decir que me engatusó. Tanto que le pedí que me firmara el ejemplar y luego pude hablar con él durante un rato.
Así tomé la decisión de ponerme con el libraco cuando llegara el verano, que es una época de alto rendimiento lector tradicionalmente en mi vida. Y hace unos días, en plena madrugada, sintiéndome culpable por robar horas al sueño, me enteré del desenlace del complot para matar a Domiciano. Y tras 1100 páginas me di cuenta que tenía ganas de más.
El libro nos cuenta la historia del ascenso a poder de Marco Ulpio Trajano. Pero como se trata ocupa de su juventud y primera madurez, el verdadero protagonista de la historia es el feroz Domiciano, el tercer emperador de la dinastía Flavia, un hombre perverso y loco que sumió a Roma en el terror. Al menos a la Roma de los militares de prestigio y del senado, porque al pueblo lo conformaba con sus juegos gladiatorios cada vez más grandes y espectaculares. La narración arranca con los preparativos para el asesinato del odiado César, pero justo cuando se está produciendo el magnicidio, nos lleva en el tiempo 30 años atrás para poco a poco volver a ese momento de las primeras páginas.
Así da pie a contarnos la vida de numerosos personajes: el propio Trajano, su padre, el emperador Vespasiano, Tito, la emperatriz Domicia Longina y, por supuesto, el verdadero protagonista de esta primera entrega sobre la vida de Trajano, el emperador Domiciano. Posteguillo nos guía con elegancia por los campos de batalla de Judea y Germania (las descripciones de batallas son apasionantes), por las habitaciones de la inquietante Domus Flavia y por los pasillos del Circo Flavio (el Coliseo). Capítulo a capítulo vamos encontrando a los personajes que darán sentido a la historia y los acompañamos hasta el momento en que Trajano entra en Roma como emperador, el primer emperador no italiano de la historia.
El libro, a pesar de que, efectivamente, puede provocar una lesión en los hombros, se deja beber de una forma sencilla. Te engancha desde el primer momento y, si no eres voluntarioso, te puedes econtrar leyendo a altas horas de la madrugada, queriendo llegar primero al final de uno de los capítulos y luego al de uno de los libros en el que se divide. Si te gusta la novela, la buena novela, histórica, tienes que leerlo. De verdad.
Ave, Posteguillo.

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