Jodido Peter

Desde que tuve conocimiento de este maldito principio, siendo un estudiante de empresariales, me ha estado martilleando en la cabeza la idea de no dejarme atrapar por él, de no corroborar con mis actos la verdad del mismo. Decía el tal Peter que normalmente uno asciende en la pirámide de las organizaciones hasta el punto en el que llega a ser incompetente. Obviamente, por tanto, hay dos formas de no llegar a ser una sujeto más de tal principio: una, ser consciente de tus propias limitaciones y no intentar sobrepasarlas, y dos, estar por encima de los niveles de competencia de todos los eslabones de la cadena. Lo segundo suele ser complicado, por no decir improbable, y lo primero es mantener con el propio ego una batalla constante (una especie de “recuerda que eres mortal”), y el ego suele ser muy persuasivo.
Tan cegado he estado todos estos años mirándome el ombligo para escudriñar mis limitaciones y mi ego, que se me han pasado cuestiones de carácter adyacente muy relacionadas con el principio de Peter. Por ejemplo, es muy usual que haya individuos conscientes de sus limitaciones que logran llegar muy arriba en la organización. Una de las formas de mantener el tipo y no ser descubierto es promover para puestos de similar responsabilidad individuos más incapaces que uno y mejor si ellos mismos son conscientes de sus limitaciones, ya que entonces pasarán a formar parte de la red clientelar que le sustenta. Otra forma es retener a tu alrededor a los individuos de talento. A veces es complicado, puesto que hay que evitar que sea captado por otros departamentos. Así, habrá que mantener a estos sujetos siempre en segundo plano, sin que se les note mucho, no vaya a ser que terminen robándote el protagonismo.
O sea, que los efectos negativos en la distribución del capital humano del jodido principio de Peter no acaban en la incapacidad del sujeto, sino que tiene repercusiones de “segunda vuelta”, repercusiones que a medio y largo plazo posibilitan y promueven el cumplimiento del propio principio, en una suerte de círculo vicioso sin fin. Hay multitud de ejemplos en la vida real. Estoy seguro de que todos y cada uno de los lectores de estas líneas le han puesto nombre y apellidos a los comentarios anteriores.
Así que mi desasosiego crece y se multiplica por momentos, ¿hasta que punto no soy yo un ejemplo explícito del principio de Peter? ¿Hasta que punto no estoy sufriendo los efectos de segunda vuelta? ¿Hasta que punto cualquiera de nosotros no es un incapaz en su nivel de responsabilidad?

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