Reflexión sobre la diferenciación [Econ]

En un mercado internacional marcado por la globalización, la competitividad se convierte en la piedra angular de la estrategia empresarial. Los cuatro jinetes sobre los que cabalga la globalización (nuevas tecnologías, libre circulación de mercancías, libre circulación de capitales y poder creciente de las multinacionales) se retroalimentan entre si, abocando a las empresas a una realidad que cambia a una velocidad desconocida con anterioridad. Las empresas y los empresarios deben acostumbrarse a tomar decisiones en ambientes de incertidumbre creciente.
Por otro lado, la demanda también se hace global, y los consumidores, a través de las nuevas tecnologías de la comunicación, pueden acceder a una información mucho más amplia sobre productos y empresas. Los consumidores pueden, en fin, ampliar de forma exponencial su gama de productos accesibles y también su grado de información general sobre el estado de un determinado producto. Un ejemplo claro de esto es la profunda transformación que Internet ha traído al mercado turístico, permitiendo el funcionamiento de las líneas de bajo coste, o la eliminación de intermediarios entre los prestadores del servicio final y los consumidores, minando gran parte del poder omnímodo que anteriormente tenían los tour operadores.
En este nuevo entorno, repetimos, mucho más globalizado, las presiones a la baja sobre el precio se multiplican: competencia, mayor información de los consumidores, nuevas fórmulas de distribución, etc. Y es precisamente en este entorno en el que las políticas de diferenciación son más importantes. Efectivamente, ahora más que nunca el productor debe convencer al cliente final de que su producto o servicio es diferente al de los demás, es tan diferente que está justificado pagar más por él.

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