Hoy no me puedo levantar

El pasado sábado, el que suscribe con un grupo de amigos se marchó a Madrid para asistir al musical de Mecano. Mejor dicho, al musical de Nacho Cano. Suponía que asistiría a un ejercicio de rememoración nostálgica de los éxitos del grupo madrileño, suponía también una trama escasa, una mera urdimbre de escusas para escuchar las viejas canciones. De hecho, no creo que hubiera ningún asistente de menos de 20 años ni de más de 45 y, por tanto, todo el mundo se sabía las canciones (me quedé ronco de cantar :-) ).

Primera sorpresa: Cada una de las dos partes del espectáculo podría tener vida propia. De hecho, parecen escritos por personas distintas.
Segunda sorpresa: La duración, rozando el exceso. Aún cuando se supone que dura 3 horas 20 minutos (eso ponen la web y el cartel), la cosa salta de las 4 horas, con lo que al final del musical, las nalgas te recuerdan que existen y que tienen terminaciones nerviosas.
Tercera sorpresa: la primera parte es muy graciosa, PERO (un pero muy grande) la forma de arrancar la carcajada es recurriendo al siempre sencillo peo, de forma que navega la producción entre lo chabacano y lo escatológico.
Cuarta sorpresa: afortunadamente, la segunda parte gana en consistencia argumental, la historia avanza y llega a rozar lo trágico. Esta parte es más profunda, habla de amor, de sueños rotos, de triunfo relativo y de fracaso. Incluso los números musicales ganan en espectacularidad.
La cosa terminó con el público en pie, cantando a la par que los actores y pidiendo otra, otra, otra. Y terminó también pasadas las 3 de la madrugada (comenzó a las 10:30 horas), con nuestros estómagos pidiendo condumio (hay que ir cenados), aunque en Madrid siempre es posible encontrar algún lugar abierto a cualquier hora.

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