Pues eso, que hoy me sumo al run run de la felicidad universal. Y es que ni un ateo irredento como yo es inmune al ambiente de buenas vibraciones de estas fechas. Ya vendrá enero.
Este es un artículo que me pidieron para el Almería Actualidad (periódico que está siempre mutando de nombre, ya que ahora es Diario de Almería). Desde mi regreso del Foro de Carmona, la semana pasada tengo una imagen más nítida del asunto, por lo que amenazo con ampliación en breve. De un tiempo a esta parte es muy usual escuchar a los políticos y a los economistas hablar de la necesidad de un cambio de modelo. Aunque ambas profesiones utilicen palabras similares, me temo que no se refieren exactamente a las mismas cosas. Un buen número de economistas venía hablando de la necesidad de un cambio de perfil productivo desde hace algunos años: no en vano era evidente que sostener un 20% del empleo y la producción en un sector de la construcción hipertrofiado no era posible ni deseable a largo plazo. Ese cambio de modelo se refería a la incentivación de actividades de alto valor añadido y elevados requerimientos de capital intelectual. La idea era que se fortaleciera ese tipo de economía, ...
Antes de nada debo aclarar una cosa: soy un llorica. Tengo la lágrima fácil: lloré cuando murió Chanquete, cuando murió la madre de Bambi y hasta en Buscando a Nemo. Y te digo esto porque durante el rato que me duró esta novela (literalmente, la leí del tirón) reí, lloré, volví a reír y terminé llenando de goterones la última página, y es posible que cualquier otro lector vea sensiblería donde yo veo emoción. El argumento es sencillo: el mundo visto a través de los ojos de un niño de 5 años muy especial. Se trata de una especia de viaje iniciático en el que el personaje (el mismo Vasconcelos) descubre la ternura. Y la encuentra allí donde menos la esperaba , porque las condiciones de partida no eran precisamente las mejores: una casa en la que los hijos mayores deben encargarse de los pequeños porque la madres siempre está trabajando y el padre se pasa el día sufriendo por estar en paro . El resultado es que creo que no he leído nada escrito con tanta ternura desde que me enfrenté, ...
Ayer Trump acababa con el régimen comercial con el que hemos convivido desde la posguerra mundial. Todos los acuerdos y todas las instituciones de las que nos habíamos dotado fueron superados por la voluntad unilateral de un solo país (casi de un solo hombre). Obviamente, el cataclismo no hubiera sido el mismo si se hubiera tratado de un país pequeño y poco relevante para la economía mundial. Pero es que Estados Unidos, como potencia vencedora de la II Guerra Mundial y de la Guerra Fría era una de las partes más relevantes del sistema, por su papel protagonista en el diseño de este y por el tamaño de su economía. Viaje al pasado De pronto, parece que volvemos al mundo del siglo XIX, con una especie de neomercantilismo que considera las relaciones comerciales como un juego de suma cero: lo que unos ganan es lo que otros pierden. Desde ese punto de vista, se comprenden mejor los mensajes de Trump desde la campaña electoral: desde la consideración de sus déficits comerciales como un subs...
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