Hasta hace bien poco los párrocos sacaban en procesión a las vírgenes y los santos pidiendo lluvia. Mucho antes que eso, los indígenas de Norte América danzaban a sus dioses para conjurarla. Antes que eso, seguramente, la propia lluvia fue una diosa, la diosa que fecundaba las cosechas y permitía con su benevolencia que los hombres se alimentaran. Y aún antes, es posible que los humanos se asustaran ante ese fenómeno por el que desde el cielo fluía el agua, en vez de hacerlo por los ríos. En cualquier caso, incluso si me he colado en las suposiciones prehistóricas, no deja de ser cierto que los fenómenos climatológicos extremos han sido normalmente interpretados por las religiones como manifestaciones de la ira o la bondad de Dios o de los dioses. Sin embargo, ahora estamos bastante seguros de que las sequías y las terribles tormentas que están por llegar han sido cosa nuestra, están siendo cosa nuestra. Nuestro desarrollo industrial ha generado una mejora de las condiciones de vida de
Dichosos aquellos que teneis acueducto (que no puente). A los pringaos nos toca currar el jueves.
ResponderEliminarBuen puente!
¿qué es irse de puente???, cuando regreses de aquello me contaras...
ResponderEliminarsuerte (por si en esos lados se hace necesaria).