Al dictado del destino

Hoy es 8 de enero de 2007. Yo no creo en el destino. Sin embargo, ayer, pude leer en el periódico un artículo de Joaquín Estefanía sobre la economía del cambio climático, en el que se referenciaba el ya comentado aquí Informe Stern, y en el que se coafirmaba con el citado informe que el cambio climático es el mayor "error de mercado" que ha habido en la historia. Por otro lado, el suplemento que viene con los diarios del grupo Vocento traía un artículo sobre el cambio climático y sui incidencia sobre la población de ranas. Por último, ya por la noche, el programa "Voces contra la globalización", en la 2 de TVE, dedicaba su espacio también a hablar del cambio climático. Así que no me queda otro remedio que suponer que es una señal del destino y volver a tocar este tema, el tema más importante al que nos estamos enfrentando, un problema que no es de un país, es de nuestra especie en conjunto y, hasta llegando más lejos, es un problema de todo el planeta.
Creo que no se trata ya de hablar de si es real o no, lo responsable es comenzar a tratarlo como un problema real y global. La segunda característica significa que las soluciones sólo serán viables si se toman desde una perspectiva planetaria. No sabemos a ciencia cierta cuáles serán los resultados finales de nuestra intervención en la modificación del clima (el cambio climático es consustancial a nuestro planeta), pero si estamos en condiciones de adelantar que nos costará muchas vidas humanas y un empobrecimiento general de las sociedades humanas.
Ya digo que no sabemos a ciencia cierta cuáles son las consecuencias finales exactas, pero si conocemos cual es la causa, y también por qué se está acelerando el calentamiento. La causa son las emisiones de gases de efecto invernadero (sobre todo CO2) que, por desgracia, se relacionan directamente con el desarrollo económico (no en vano se ha utilizado como un indicador de desarrollo el nivel de emisiones de CO2). Y es que nuestro modelo de crecimiento económico está basado en la movilización y combustión de recursos energéticos cuyo subproducto es siempre el CO2. A lo largo de los últimos años hemos ido logrando procesos más limpios, pero nuestro consumo per cápita no ha hecho más que aumentar.
El panorama es muy complicado, puesto que no sólo se trata de que posiblemente tengamos que limitar nuestro crecimiento económico, sino que los países en vías de desarrollo (sobre todo China y la India, que suman 2.500 millones de habitantes) tendrán que sumarse a esta estrategia de contención y de disminución de emisiones de gases de efecto invernadero. La paradoja es que posiblemente ya estemos llegando tarde y que a lo mejor lo que hagamos sólo nos sirva para darnos un poco más de tiempo. En cualquier caso, la más simple prudencia nos obliga a hacer algo. Y pronto.

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